Datos personales

Mi foto
"Para Dios, nada es imposible" (Lc. 1,37)

domingo, 2 de septiembre de 2012

Viajera maravillosa


Con mi hija he descubierto que la adolescencia es como subirte con ellos a una montaña rusa: te montas con miedo mientras te dicen, "venga mamá que no pasa nada; tu agárrate fuerte" y, ¡vaya que si lo haces!; no ha empezado aún cuando estás deseando apearte de esa situación que rompe la paz conseguida hasta el momento...De repente, el tren se pone en marcha y te encuentras viviendo a merced de unos altos y bajos que no habías planeado, a una velocidad que no puedes controlar; ríes y lloras junto a aquel "loco bajito" que llevas a tu lado y que te ha empujado a vivir a otro ritmo cuando uno casi, casi, está ya para "sofá"; deseas inmensamente que termine pronto el viaje aunque mientras estás en él vuelven a conquistarte recuerdos y experiencias propias de juventud que ya tenías olvidadas... Cuando todo acaba, hay alguien que te pregunta: "¿Qué tal mamá?" y yo, mareada pero feliz, contesto a esa personita valiente y disfrutona que me mira con amor: "Fantástico hija, ¡qué grande has sido!"

Hoy, comparto contigo una carta que le envío. La he escrito en la montaña rusa de la que te hablo pero tengo que acordarme de entregársela en cuanto acabe este viaje en tren...


"Querida hija:

Acabamos de regresar de Dublín y no quiero que pase el tiempo sin escribirte unas pocas letras que te digan eso que resume mi experiencia.
El viaje- corto, tan solo 3 días- nació inesperadamente, de forma imprevista aunque, en la vida, nada ocurre por casualidad...- Era nuestra primera vez viajando solas: tu "adolescente" y yo "gruñona"...

Recuerdo que en el avión de ida, hablando de los amigos, me decías que solo se les conoce bien si vives o viajas con ellos...No sé por qué pero este comentario me dio que pensar...Como si después de 15 años viviendo juntas intuyera tu pregunta:¿cómo será viajar con mamá a solas?

Llegamos a Dublín agotadas- retrasos en el vuelo, horas intempestivas... Pero inmediatamente nos encontramos liberadas de una cotidianidad, a veces dura, que nos metió en la cama felices, con el inmenso deseo de recobrar fuerzas para, a la mañana siguiente, disfrutar de todo lo que intuíamos que la vida nos estaba a punto de regalar...Y vaya que si lo hicimos: nos levantamos pronto en una ciudad inmensamente acogedora y, con el ánimo de que no se nos escapara nada de lo que nos iba a ofrecer, nos pusimos en marcha para vivir de todo...Fue así como me encontré subiéndonos a ese autobús que nos llevaba a sitios de interés- atendíamos todas las explicaciones sin perder palabra-; sentándonos a comer a horas intempestivas y en lugares extraños; haciendo alguna que otra excursión por las tiendas sin que los "peros" habituales de tu madre interrumpieran la gozada de darnos algún que otro capricho; apuntándonos a un tour de terror mientras en Dublín llovía y tú te asombrabas de la madre tan valiente que tenías; quedándonos sin palabras al admirar la belleza que el hombre es capaz de producir- ¿te acuerdas del "Book of Kells" y del "Long room" en Trinity College?- yo jamás podré olvidar tu cara de asombro, tu silencio, tu actitud de admiración ante tanta maravilla... 

¡Que días tan hermosos, Maria! ¡Qué bien lo hemos pasado! ¡Qué fácil viajar contigo! ¡Cuántas risas, canciones, visitas, sorpresas, imprevistos...!

Han sido solo tres días pero, como comentábamos en el avión de vuelta, desde el primer momento nos sentimos fuera de esa rutina que a veces aprieta, descansando de todo, sintiendo la fortuna de estar, con billete de ida y vuelta, lejos de nuestra cotidianidad... 

He gozado mucho, más que con Dublín- que también- con tu capacidad de disfrutar, tu alegría, tu prudencia, tu paciencia, tu diligencia...Tu afán de divertirnos juntas y de cuidarme han sido el regalo más maravilloso que traigo.

Como dice Gala: no hay viajes maravillosos sino viajeros maravillosos. Y tú has sido uno de ellos porque has sabido hacer de ese espacio un lugar en el que sentirnos a gusto las dos.

Me gustaría que, en el viaje más importante que tenemos que hacer cada uno, el de la vida, pensaras que Dios te ha dotado de dones fantásticos para ser una viajera maravillosa. Que, como en Dublín, no se te olvide sonreír, gozar, admirarte, servir, querer...En definitiva, de disfrutar y hacer disfrutar de tanto como la vida nos da.

Un beso inmenso

Mamá"

Te quiero mucho. Hasta el Domingo 7 de Octubre

Ana