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"Para Dios, nada es imposible" (Lc. 1,37)

domingo, 9 de junio de 2013

Despedidas

Hoy las palabras no salen de mi sino que proceden del corazón de una amiga, madre, esposa y maestra. Se llama Lola y me ha enviado, por si lo quería poner en el blog,  lo que a continuación vas a leer...                 
Lola: gracias por tu generosidad, por tu entrega, por tu amistad, por tu pedagogía, por tu capacidad para "elevar todo aquello que tocas".



"La pasada semana les hemos dicho adiós. Nuestros alumnos de 2º de Bachillerato han terminado el curso (alguno tendrá que volver en septiembre) y hemos tenido un pequeño acto de “graduación”, o más bien de despedida. Es más o menos lo mismo que todos los años, pero siempre es distinto. Llegaron al instituto arreglados como para una gran ceremonia. Hubo un pequeño pero emotivo discurso, y una entrega de orlas. Cada promoción tiene su personalidad. Unos son más formales, otros más estudiosos, otros mejores personas (la del año pasado fue fantástica en ese aspecto), y los de este año eran divertidos y juerguistas. Pero a todos les decimos adiós desde el cariño y la gratitud. Para los que amamos esta profesión no deja de ser un privilegio que nos hayan dejado formar parte de sus vidas durante estos años. Hemos compartido momentos buenos y momentos duros, sonrisas y lágrimas, nervios y ratos de diversión. Les hemos examinado de Matemáticas, de Física, de Inglés, de Filosofía, pero sobre todo, hemos intentado formar personas, con la esperanza de que contribuyan a un mundo un poco más justo. Quizás, con suerte, nos recuerden dentro de algunos años de una manera amable. De lo contrario, como decía un compañero la otra noche, pasaremos a formar parte de su olvido, porque sólo se recuerda lo bueno. Pero de todos nos quedará al menos un breve recuerdo, las caras que nunca se olvidan, antes de que una nueva promoción se instale el próximo curso en nuestros cuadernos de notas.

Puede que suene melancólico, pero en el fondo, brilla la satisfacción de un trabajo casi artesanal. Formamos alumnos como el alfarero que moldea vasijas. Les ponemos nuestra dedicación, nuestro tiempo, nuestro esfuerzo, sin esperar nada a cambio. Nunca salen dos iguales, pero a todos los quieres un poco como hijos, porque aunque suene pretencioso, parte de lo que son fue obra tuya en un momento. Cuando pasen los años, todo será fugaz, como la niebla. Pero la otra noche, en el salón de actos de mi instituto, con cincuenta y tantos alumnos a punto de terminar, no pude evitar las lágrimas del constructor de barcos que los ve alejarse en el horizonte y piensa: “Te construí para navegar lejos.” Desde aquí sólo me queda decir “Buena travesía, muchachos”." 

                                                             Lola Moreno



Te quiero mucho. Hasta el mes que viene

Ana

lunes, 8 de abril de 2013

Carta a Francisco


Este mes llego tarde al blog. Perdóname; la lucha que a veces nos exige la vida me está restando fuerzas...Ya me ha llamado una amiga diciendo que donde estaba... Y también he visto que entrabas buscando lo que había prometido darte... ¡Qué conmovedora es esa fidelidad que no entiende de dificultades, ni de pretextos y no renuncia a estar ahí...! Gracias.

Aquí va mi blog de este mes. Lo tomo prestado de Dolores Aleixandre rscj. Es una carta entrañable que ella escribe al nuevo Papa también entrañable y que, al leerla, te deja con paz. Es mi deseo para esta nueva andadura que inicia la Iglesia: que sea un periodo de paz, de hermandad, de confianza...

Te escribo el mes que viene. Te lo prometo.

Te quiero mucho.

Ana

CARTA A FRANCISCO, OBISPO DE ROMA
Hermano Francisco: nunca pensé que me dirigiría así a un Papa, pero como en tu saludo inicial no nos llamaste “hijos e hijas” sino “hermanos y hermanas”, siento que tengo permiso para hacerlo. Y me sale también un tú, aunque llenísimo de respeto, porque no me imagino llamando de usted a un hermano de verdad y el vos argentino no me va a salir.
En el diario “La Nación” del 14 de Marzo he leído que tu elección “ha resultado balsámica” y me ha parecido un adjetivo perfecto para calificar lo que nos está pasando desde que nos saludaste desde el balcón, con aquel tono en el que se mezclaban la timidez y la confianza. Primer efecto balsámico: te vemos distendido y hasta bromista (¡qué maravilla, un papa con sentido del humor…!), sin dar en ningún momento la impresión de estar abrumado por el peso de esa responsabilidad agobiante y desmesurada que los Papas se han ido echando sobre los hombros, como si les tocara a ellos solos encargarse de toda la Iglesia universal. Como si no existieran los otros Pastores, como si el pueblo de Dios fuera un fardo con el que cargar y no una comunidad de hombres y mujeres capaces de iniciativa y con deseos de participar y de colaborar, como soñamos con el Concilio.
Tú, en cambio, estás consiguiendo comunicarnos la convicción de que ese camino que comienzas lo vas a hacer acompañado por todos nosotros. Qué manera tan franciscana por lo sencilla y tan ignaciana por su lucidez de señalar un nuevo estilo eclesial. Porque si lo que deseas es que se nos reconozca por la fraternidad, el amor y la confianza, empiezan a sobrar y a estorbar (hace tiempo que a bastantes ya nos estaban sobrando y estorbando…) tantas conductas, prácticas y costumbres en las que se han ido confundiendo la dignidad con la magnificencia y lo solemne con lo suntuoso. Resulta una sorpresa balsámica sentir que ahora te tenemos como cómplice en el deseo de ir cambiando esas usanzas e inercias que nadie se decidía a declarar obsoletas y ante cuya incongruencia habían dejado de dispararse las alarmas. No son cuestiones irrelevantes, son indicadores que revelan una preocupante atrofia de los sensores que tendrían que haber puesto alerta, hace mucho, de que estaban en contradicción con los usos de Jesús. Así que bienvenida sea esa tarea que emprendes de volver a la frescura del Evangelio y a la radicalidad de sus palabras: ya nos estamos dando cuenta de que, en lo que toca a los pobres, no vas a darnos tregua.
Comienzas tu camino en momentos de extrema debilidad de la Iglesia: lo mismo que aquel joven que huyó desnudo en el huerto, a ella le han sido arrancadas las vestiduras con las que se protegía: secretismo, hermetismo, ocultamiento, negación de lo evidente. Pero es precisamente ahora, cuando aparece desnuda y despojada ante la mirada enjuiciadora del mundo, cuando se le presenta inesperadamente una ocasión maravillosa: la de revestirse por fin, únicamente, del manto de la gloria de su Señor.
Nos has confiado la tarea de sostenerte con nuestra oración y en estos momentos estoy pidiendo para ti unas cuantas cosas: paciencia ante el rastreo que la prensa está haciendo de tu pasado y que es una consecuencia de lo que dijiste a los periodistas: “Habéis trabajado ¿eh?, habéis trabajado…”. Pues eso, se han crecido y siguen trabajando. También pido que no te agobien más de la cuenta las expectativas descomunales que estás despertando y que te sientas muy libre (y muy hábil también) para elegir a quienes creas que pueden ayudarte en el gobierno de la Iglesia, aunque suponga un ERE para la curia.
Vas a encontrar muchas piedras en ese camino: críticas, resistencias y hasta zancadillas así que, siguiendo la recomendación de tu preciosa homilía el día de San José, trata de custodiarte un poco a ti mismo. Y por si no aciertas del todo, que se ocupen de ello las santas de la Iglesia de Roma: Cecilia, Inés, Domitila, Tatiana, Agripina, Demetria, Martina, Basilisa, Melania, Anastasia, Digna, Emérita, Martina, Sabina.
Han ido a buscarte casi hasta el fin del mundo y ha sido un acierto: gracias por haber aceptado quedarte, sin poder volver a recoger tus cosas. Menos mal que los zapatos que llevas parecen cómodos.
Muchos nos sentimos ahora responsables de rezar por ti, aunque no seamos de tu diócesis y nos alegra saber que estás también encargado de velar por la Iglesia universal. De pronto, está recobrando sentido llamar Papa al Obispo de Roma.
Que el Señor te bendiga, te guarde y derrame sobre ti el bálsamo de su paz.

Dolores Aleixandre RSCJ+

domingo, 3 de marzo de 2013

Palabras de despedida




Quisiera compartir hoy contigo las palabras de despedida que envío a un padre... Quizás las compartas, quizás no... De cualquier manera, gracias- una vez más- por permitirme mostrarme como soy y acoger lo que siento: 


Acabas de marchar y lo has hecho de la misma manera que llegaste: con mirada inteligente, sonrisa humilde y los brazos abiertos al mundo...

Te he despedido como te recibí: sin prejuicios, con lúcida ingenuidad, con lágrimas en los ojos, con el corazón de una hija que ama a su padre…Y no me resisto a que te vayas sin ponerte unas letras que expresan un adiós lleno de novedad, de respeto, de gratitud…

Llegaste cuando me adentraba en la madurez de la vida: con la responsabilidad de educar a una hija, la fidelidad a la familia creada y el ejercicio de una profesión. Eran aquellos, años en los que uno, sin querer, dice adiós a la juventud mientras se va imponiendo la adultez… Y de tu mano me encontré peregrinando este tramo de la vida…

Tu mensaje ha sido siempre de confianza y amor. Te ha gustado repetir hasta el final aquello que siempre nos devuelve la alegría: la certeza de que Dios es amor: “Querría que cada uno se sintiera amado por aquel Dios que ha donado a su Hijo por nosotros y que nos ha mostrado su amor sin límites”  
Me has dicho que hay esperanza porque todo, también nuestras propias vidas, está en Sus manos…Y nos has invitado a confiarnos “como niños en los brazos de Dios, con la seguridad de que aquellos brazos nos sostienen siempre y son los que nos permiten caminar cada día…”
Nos has urgido a amarnos como hermanos: "Hoy resuena con fuerza la voz del Señor que nos llama a cada uno de nosotros a hacernos cargo del otro…Dios nos sigue pidiendo que seamos “guardianes” de nuestros hermanos, que nos cuidemos los unos a los otros, que estemos atentos a las necesidades del otro, de hacerles siempre el bien"  
Con la inteligencia que sabe acompañarse de verdadera humildad, me has ayudado a "razonar" mi fe y a aliviar el peso de la razón con la confianza en el misterio...
Tu última petición: “Os suplico que os acordéis de mí en vuestra oración…”  Nos pides que nunca abandonemos un hábito tan hermoso como el de rezar y que en ese rezo nos acordemos de los otros...Sé que, junto a tantos, nos encontraremos siempre y también de formas nuevas, ante el Señor Crucificado…

Nieva en Madrid y el sol luce en Roma. El sol sale a despedirte mientras mi corazón queda helado por la nieve… Te vas pero nos dejas mirando al cielo...  Me sobrecoge el tañer de las campanas de las iglesias de la Ciudad Eterna en la que has decidido quedarte para siempre… Y en un acto melancólico que quiero permitirme- el corazón tiene debilidades que al ser reconocidas abren paso a la esperanza -, he recordado aquella frase del poema de John Donne:  “nunca preguntes por quién doblan las campanas… doblan por ti…”

Hasta siempre Benedicto XVI.



Te quiero mucho. Hasta el mes que viene

Ana



domingo, 3 de febrero de 2013

Los mismos sueños




Creo que te lo he contado alguna vez: enfrente de donde vivimos hay una Iglesia a la que suelo entrar un rato cada día. Entro a ver al Señor pero a veces me pregunto si no será Dios quién me espera a la puerta. Y pienso esto porque siempre, apostado en la puerta de la Iglesia, hay un pobre que se llama Juan...
A mí me gustar charlar con Juan; tenemos diálogos cortos – no quiero estorbarle en la tarea de recoger el dinero que la buena  gente que entra y sale o pasa por delante de la puerta deposita en sus manos-; pero más que dinero me gusta compartir con él mi tiempo.
               -“¿Qué tal hoy Juan? ¿Cómo va la cosa?”
               -“Pues nada, como siempre, aquí estamos… Muy mal porque me falta un día para acabar el mes y no he sacado para pagar la habitación…”

O alguna otra vez:
               -“Buenos días… ¿Como estamos?”
               -“Hoy me duelen mucho los huesos pero nadie me cree…Mira..." Y me enseña un certificado médico en el que está escrito que tiene una enfermedad ósea importante…

O, ahora, en invierno:
               -“Abríguese que hace mucho frío. Métase más para adentro…”
               -“No, no puedo; que si me meto la gente no me ve y no me deja monedas… Además no me creen y me dicen que me ponga a trabajar…Pero, ¿dónde voy a ir yo con 6 millones de parados…?”

Estos son mis diálogos con Juan… Al final, nos despedimos deseándonos buena jornada… Y me voy soñando con el día en que la humanidad se una en un solo acuerdo: el de la igualdad de dignidad de todos los seres humanos, y que todos respetemos dicho acuerdo; el día que, como está escrito en la imagen que acompaña a la entrada de hoy, comprendamos que todos compartimos los mismos sueños…


El otro día Juan me sorprendió: era mi cumpleaños y, curiosamente, la vida me llevó por otra ruta distinta a la cotidiana y no pasé por la Iglesia. A eso de las cuatro de la tarde, cuando me encontraba en casa, recibí un mensaje en el teléfono de un número que desconocía. El mensaje rezaba así: “Felicidades de parte de Juan (el de la Iglesia)”
Me conmoví, me puse el abrigo y bajé a darle las gracias. Mientras cruzaba el semáforo él ya me sonreía; después, nos fundimos en un abrazo sin palabras y regresé a casa repitiendo aquella frase del Evangelio: “Verdaderamente es el Señor”



Te quiero mucho. Hasta el mes que viene

Ana

domingo, 6 de enero de 2013

Regalo de Reyes




¡Me gustaba empezar felicitándote el Año Nuevo y también deseándote una muy feliz fiesta de los Reyes Magos! 
Acabo de levantarme y, con la misma ilusión de todos los años, me he acercado al zapato a ver lo que sus Majestades me habían traído... Yo este año, ¡por tantas razones!, no me he atrevido a pedir nada...

Resulta que, al recoger mi zapato, he encontrado en él algo invisible, pero como tantas cosas intangibles, tremendamente valioso: los Reyes me han regalado una invitación para estos momentos de la vida: la de creer que nos va a ir bien, que se van a cumplir esos deseos profundos que cada uno de nosotros llevamos en el corazón, que lo que creemos imposible va a ocurrir, que no se permitirá que nada malo nos pase... En otras palabras, los Reyes me han regalado la fe. 

Es una invitación hermosa ésta de creer que lo imposible puede ocurrir pero además no es nueva sino que tiene un profundo anclaje humano y cristiano:

"La fe es garantía de lo que se espera; la convicción de lo que no se ve...
Por la fe Abraham, al ser llamado por Dios, obedeció y salió para el lugar que había de recibir como herencia; y salió sin saber a dónde iba..." (Hebreos 11)

Por la fe, la Virgen María mantuvo un diálogo imprevisto y pleno de amor y confianza con un ángel; y dicho diálogo no solo cambió la historia personal de una mujer humilde sino que también cambió, para siempre, la historia de la humanidad.

Por la fe, y en palabras de Gala, los Reyes Magos al "tropezarse con el espectáculo más frecuente del mundo: una mujer con un niño en brazos... decidieron ver a Dios donde cualquiera habría visto una vulgaridad"

Por la fe, esta mañana, a pesar de las dificultades del momento que vivimos, me he levantado con la ilusión de un niño y, en un zapato aparentemente vacío, he encontrado la invitación a seguir creyendo, luchando y sonriendo...

Comparto contigo esta invitación- no puedo quedarme sola con ella-.La comparto y te invito a que me ayudes a vivirla y proclamarla. Cree y cuenta a los demás que hay razones para sentirnos seguros, porque Dios sigue siendo fiel cada día, cada año, con cada generación, con cada uno...  
Después de hacerlo, déjame que te diga:

"Dichoso tu porque has creído y porque lo que le pides a Dios se cumplirá"

Te quiero mucho. Hasta el mes que viene

Ana