Me llamaste anoche y estuvimos hablando largo y tendido... Me contabas que estabas triste, que ya no podías más, que todo era una lucha...
Tú hablabas y yo escuchaba... Tú me ibas mostrando las heridas y yo acogía tu dolor... Con afecto, mientras tú hablabas, yo iba recogiendo los cascos rotos de una vida perturbada por la incomprensión...
Luego, te contestaba diciendo algo tan simple como que "la vida es así", que está hecha de encuentros y desencuentros, que no hay nada anormal en lo que sientes, que a todos nos toca pasar por casi lo mismo, pero que tenemos la gran suerte de poder luchar...
Tu escuchabas y llorabas...Seguías acogiendo y te serenabas...Te vaciabas para poder llenarte...
Fuimos, poco a poco, desdramatizando. Acabamos riendo, ¡riéndonos hasta de nosotras mismas!- la verdad es que el sentido del humor es uno de los mejores apósitos para las heridas-. Quedamos en encontrarnos para seguir buscando juntas.
Contar con los otros, expresar, sentirse escuchado, compartir... Ser honesto con uno mismo hasta romperse... Buscar ese pegamento del amor y la comprensión que nos devuelva nuestra forma...Descubrir así que nada humano nos es ajeno, que la solución siempre existe, que lo importante es luchar y que en la lucha, nunca estamos solos- Alguien mucho más grande que nosotros nos cuida siempre-... Desdramatizar, intentar ser ecuánime y esperar a que la vida se serene- porque ella siempre lo hace-.
Me fui a la cama con tu dolor y me desperté en mitad de la noche con el recuerdo de un poema de Bertol Brecht que te regalé entre sueños:
"Hay hombres que luchan un día y son buenos...
Hay hombres que luchan un año y son mejores...
Hay quienes luchan muchos años y son muy buenos...
Pero hay quienes luchan toda su vida...
Esos....Esos son los imprescindibles" B. Brecht
Te quiero mucho. Hasta el domingo
Ana