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"Para Dios, nada es imposible" (Lc. 1,37)

domingo, 27 de febrero de 2011

Algo más que una carta




No sé si es muy frecuente celebrar las bodas de oro de tus padres "entre el cielo y el suelo" pero, mis hermanos y yo con nuestras familias, nuestros tíos y primos y algunos amigos, lo hicimos el fin de semana pasado, sencillamente, porque nos lo pedía el corazón...
Así, se nos regaló el gran privilegio de festejar y agradecer junto a mi madre y también junto a mi padre, desde ese lugar privilegiado que ocupa en nuestro corazón y memoria, sus cincuenta años de matrimonio, de lucha, de ilusión, de sufrimiento, de bendiciones... Agradecer y conmemorar cincuenta años de presencia constante; de crear familia; de ser ejemplo; de vivir haciendo el bien a los demás; de enseñarnos, con la vida misma, la belleza del permanecer.

Y fue en esta celebración, plena de sentido para los adultos, cuando nos sorprendieron los mas pequeños: nuestros hijos, los nietos de mis padres, quienes quizá sin saber aún el significado de lo que celebrábamos, sí que supieron sentirse en comunión con sus mayores, sacar lo mejor de ellos mismos, y  regalar a su abuela el mayor tesoro que tienen: un corazón lleno de buenos sentimientos acompañado de dibujos, de pequeños-grandes discursos y de una carta que a continuación comparto contigo y que mi hija, en nombre suyo y de sus primos, escribió para su abuela:

"Querida Abuela:
¡50 años! Sabes que solo he estado presente 14 de estos pero no hace falta haber vivido junto a vosotros vuestra historia para saber que fue maravillosa.         
Habéis criado a ocho hijos que son unos fantásticos tíos y tías y una gran madre. Este mérito es vuestro, por haber aguantado, educado y disfrutado junto a todos.
Pero no solo habéis educado a vuestros hijos e hijas sino que habéis educado a vuestros nietos. Yo tengo el privilegio de haber estado entre los brazos de mi abuelo pero todos los demás han estado amparados por él desde donde quiera que esté y, por ahora, no estamos saliendo del todo mal...
Abu: hablo en nombre de tus nietos y te decimos que eres una gran persona, una gran mujer, una gran madre y una gran abuela. Te queremos muchísimo y, para bien o para mal, estaremos unos cuantos años más desmontando el desván, corriendo por las escaleras, pegando gritos...en fin, dando la lata...
Con decirte que eres una madre para todos nosotros acabo porque no terminaríamos nunca agradeciéndote el esfuerzo y la paciencia que has tenido y esperemos que tengas.
Te queremos
                                    Tus nietos"


¡Que bello, que consolador el constatar que los seres humanos, ya desde pequeños, nos dejamos conquistar por los sentimientos nobles y hermosos de la vida! 
¡Que responsabilidad, para los que ya somos mayores, la de saber pasar el testigo de la bondad!

Gracias María, Habtsh, Jenaro, Adrian y Nicolas por hacer feliz a vuestra abuela; por saber pensar en vuestro abuelo; por contarnos que hay futuro; por pedirnos, con vuestros gestos, que creamos y hagamos posible aquello que San Pedro Poveda expresó con tanta convicción: 
"Si vosotros sois como debéis ser, vuestros hijos serán como vosotros deseáis que sean". 


Te quiero mucho. Hasta el domingo.

Ana



domingo, 20 de febrero de 2011

Fe y Razón




Ocurrió a propósito de la fiesta de la Candelaria. Esta fiesta se celebra el 2 de febrero y nos recuerda la Presentación del Niño Jesús en el Templo (Lc. 2;22-39). Es una fiesta que nos dice que Cristo, llevado por su Madre al Templo, nos viene a iluminar a todos.

Pues bien, con motivo de esta fiesta, sacaron en TV un reportaje donde mucha gente joven con sus niños recién nacidos hacía colas interminables ante la Virgen del Rocío. Madres y padres con su hijo en brazos esperaban, conmovidos, a presentárselo a la Virgen, "a entregárselo", a ponerlo bajo su manto, a pedirle su protección... 

Me enterneció el hecho de que tantos jóvenes hicieran el gesto de entregar a la Virgen lo nacido de sus entrañas...
Y esta misma emoción que sentí al verlos me embarga en otras celebraciones de las que siempre salgo cuestionada por el fervor popular...Hay una fe sabia y natural, muy común en la gente humilde, que creo que es don de Dios. Yo, al menos, así lo entiendo cuando, por ejemplo, cada Navidad, veo llegar a mis pasiegos a misa tras atravesar, andando, valles cubiertos de nieve. Hacen el esfuerzo de llegar hasta ahí porque ha nacido su Señor...

Pero quizá haya alguien que pudiera pensar que esta fe popular es la fe del carbonero... Por cierto, he aprendido que "el carbonero" era de Ávila y muy conocido. Se cuenta que en cierta ocasión le preguntaron: 
"-¿Tú en qué crees?. -En lo que cree la Santa Iglesia. 
-¿Y qué cree la Iglesia?. -Lo que yo creo. 
-Pero ¿qué crees tú?. -Lo que cree la Iglesia... 
Y no había modo de apearle de semejante discurso"
Desde entonces, hablar de la «fe del carbonero», es referirse a una fe que ignora razones.

También es cierto que, junto a aquellos que viven una fe sencilla, alimentada por las tradiciones, están los que se cuestionan la fe y nos cuestionan a los que vivimos desde ella. Se preguntan noblemente sobre el creer o no creer e intentan, con la razón, comprender...

Por otro lado, yo misma, que me digo creyente, he vivido la dolorosa experiencia de agotarme en intentar entender al Misterio, cuando quizás debiera conformarme con acogerlo... "¿Dónde podría el hombre buscar la respuesta a las cuestiones dramáticas como el dolor, el sufrimiento, la muerte, si no en la luz que brota del misterio de la pasión, muerte y resurrección de Cristo?".(J.Pablo II)

Por todo esto que te cuento y más, hoy me gustaba invitarte a pensar sobre la razón y la fe...
Si, como decía San Ambrosio, la fe fue confiada a pescadores y no a intelectuales...entonces, ¿necesita la fe de la razón, del estudio? 
Si cualquier ser humano, ya desde la cuna desea saber, y cuando va creciendo  pregunta para entender... ¿necesita la razón de la fe para comprender mejor?

Lo dice Juan Pablo II al principio de su encíclica Fides et Ratio:
"La fe y la razón son como las dos alas con las cuales el espíritu humano se eleva hacia la contemplación de la verdad".  
Así dice que, aunque parezca paradójico, la razón encuentra su apoyo más precioso en la fe, mientras que la fe cristiana, por su parte, tiene necesidad de una razón que se fundamente en la verdad.

La época moderna se ha caracterizado por una progresiva separación entre la fe y la razón y los efectos producidos por esta separación, han hecho que "tanto la fe como la razón se hayan empobrecido y debilitado una ante la otra. La razón, privada de la aportación de la Revelación, ha recorrido caminos secundarios que tienen el peligro de hacerle perder de vista su meta final. La fe, privada de la razón, ha subrayado el sentimiento y la experiencia, corriendo el riesgo de dejar de ser una propuesta universal".
Y continúa Juan Pablo II intentando ir mas allá: "es ilusorio pensar que la fe, ante una razón débil, tenga mayor incisividad; al contrario, cae en el grave peligro de ser reducida a mito o superstición. Del mismo modo, una razón que no tenga ante sí una fe adulta no se siente motivada a dirigir la mirada hacia la novedad y radicalidad del ser".

Ojalá que aquellos que no creen busquen ser interpelados por una fe madura, refrescante, que les ayude a vivir en plenitud.
Ojalá que, los que creemos, nos atrevamos a ilustrar nuestra fe. Hay que saber dar razones de ella. Lo exigen los tiempos. Hay que volver a pensar y volver a rezar. O dicho mejor con palabras de San Pedro Poveda: "Hay que demostrar con los hechos que la ciencia hermana bien con la santidad de vida". ¿Alguien se atreve?

Te quiero mucho. Hasta el domingo

Ana





domingo, 13 de febrero de 2011

No llores si me amas

Tengo una amiga que nos cuenta que lleva una temporada en la que no hace otra cosa que acudir a tanatorios y asistir a funerales. Ella, que es amable, lo comenta con serenidad pero, al hacerlo, le observo un brillo especial en los ojos que me habla de sufrimiento, de pérdida, de dolor al echar de menos a esa gente que ella tanto quería. 

Y yo sé que, esto que vive mi amiga, no nos es ajeno ...Irremediablemente, se va apoderando de todos nosotros a medida que avanza la vida ...
Al principio, como adultos jóvenes, asistimos a bodas, bautizos, comuniones, y celebramos la vida con el vigor que nos da el sentirnos casi, casi, inmortales. 
Pero pasa el tiempo, "crecemos" y empezamos a experimentar despedidas y es entonces cuando "sentimos más la muerte que la vida"...Nos invade y abruma la certeza de una mortalidad que no sospechábamos cuando eramos jóvenes. Morimos un poco con cada uno de los que nos dejan. Con frecuencia desgarradora, como dice Miguel Hernández en su Elegía, "andamos sobre rastrojos de difuntos y sin calor de nadie y sin consuelo vamos de nuestro corazón a nuestros asuntos..."

Ante esta realidad, intento encontrar remedios que nos sequen las lágrimas, nos alivien la herida, y nos permitan "regresar" a aquellos que tanto hemos amado.
Uno de estos consuelos, para mi, es la oración de San Agustín que te escribo a continuación. La aprendí cuando murió mi abuelo que a la vez era mi padrino, mi galán, mi héroe, mi estrella...En esos recordatorios que antes se hacían, mi abuela, mi madre y mis tíos imprimieron la oración para el recuerdo. 

La de mi abuelo fue mi primera muerte, luego vendrían mas...Pero desde entonces, y ya han pasado años, cada vez que asisto a un funeral o a un entierro, me acuerdo de los que he ido "perdiendo" en el camino de la vida, rezo la "oración de mi abuelo"  y, a pesar de la distancia y de la separación, siento que sigo en comunión con todos los que se han ido.



                           NO LLORES SI ME AMAS
"No llores si me amas ...
Si conocieras el don de Dios y lo que es el cielo...Sí pudieras oír el cántico de los ángeles y verme en medio de ellos...Si pudieras ver desarrollarse ante tus ojos los horizontes, los campos y los nuevos senderos que atravieso...Si por un instante pudieras contemplar como yo la belleza ante la cual las bellezas palidecen...
¡Cómo!... Tú me has visto, me has amado en el país de las sombras y, ¿no te resignas a verme y a amarme en el país de las inmutables realidades?
Créeme, cuando la muerte venga a romper las ligaduras como ha roto las que a mí me encadenaban; cuando llegue el día que Dios ha fijado y conoce, y tu alma venga a este cielo en el que te ha precedido la mía...Ese día volverás a verme. Sentirás que te sigo amando, que te amé, y encontrarás mi corazón con todas sus ternuras purificadas. 
Volverás a verme en transfiguración, en éxtasis feliz. Ya no esperando la muerte, sino avanzando conmigo, que te llevaré de la mano por los senderos nuevos de luz y vida.
Enjuga tu llanto y no llores si me amas".
  San Agustín 


Te quiero mucho. Hasta el domingo


Ana 



domingo, 6 de febrero de 2011

La chispa de la vida

Ayer por la mañana, yo aprovechaba el tiempo para "no hacer nada" y estar a su alrededor... Fue cuando de repente ella, mi hija, que vive en ese mundo impenetrable de la adolescencia, saltó del sofá y corrió a buscarme diciendo: "Mamá, ¿has visto el anuncio que ha sacado Coca-Cola?"
Le dije que no y aproveché su entusiasmo para sentarme junto a ella y verlo en su ordenador.
¡Pasamos un rato estupendo! Vimos el vídeo varias veces y hablamos, sobre todo, de lo hermoso que es que alguien, incluso Coca-Cola, nos recuerde de vez en cuando los aspectos tan bellos que tiene la vida. La vi respirar tranquila y confiada; como si se reafirmara en su convencimiento de que el mundo en el que vive es un lugar maravilloso...

Y es que, de alguna manera, se han empeñado en contarnos que habitamos un mundo triste...Si nos asomamos a ver las noticias, no hay ni una buena: escriben y nos hablan de guerras, de dinero, de violencia, de la bolsa, de catástrofes, de descontento, de... y yo me niego a creer que no pasen, de vez en cuando, cosas hermosas que merecerían ser contadas al mundo. Quizá tuviera razón el Principito cuando dijo aquello de "lo esencial es invisible a los ojos. Solo se ve bien con el corazón"

La vida es un don que se nos da cuando estamos aún desnudos, y que viene acompañado del derecho de disfrutarla y de la obligación de recrearla cada día. A pesar de los momentos de dureza, estamos obligados a ser "profundamente" felices.
Vamos a creernos de verdad que merece la pena vivir con ilusión y celebrar cada mañana la suerte de estar vivos. Vamos a empeñarnos en cuidar el mundo que habitamos y a soñar con dejarlo aún mejor de como lo encontramos.
Para ello, te invito a cambiar la violencia por ternura, el afán de poseer por la felicidad de compartir, el mal gesto por una sonrisa, el desconcierto por la fe, la arrogancia por la humildad, el resentimiento por el amor, el pesimismo por la esperanza en un futuro mejor...
Si lo hacemos en nuestro pequeño mundo, en cada pequeño minuto de nuestro pequeño día, seremos magníficos portadores de grandes razones para cambiar el mundo.

¡Que bonito es que se nos recuerde al mundo que la vida sigue teniendo su chispa!

Anuncio hecho por la agencia argentina Santo, con la canción "Whatever" de Oasis interpretada por el coro Young People's Chorus de New York City.


Te quiero mucho. Hasta el domingo

Ana