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domingo, 9 de junio de 2013

Despedidas

Hoy las palabras no salen de mi sino que proceden del corazón de una amiga, madre, esposa y maestra. Se llama Lola y me ha enviado, por si lo quería poner en el blog,  lo que a continuación vas a leer...                 
Lola: gracias por tu generosidad, por tu entrega, por tu amistad, por tu pedagogía, por tu capacidad para "elevar todo aquello que tocas".



"La pasada semana les hemos dicho adiós. Nuestros alumnos de 2º de Bachillerato han terminado el curso (alguno tendrá que volver en septiembre) y hemos tenido un pequeño acto de “graduación”, o más bien de despedida. Es más o menos lo mismo que todos los años, pero siempre es distinto. Llegaron al instituto arreglados como para una gran ceremonia. Hubo un pequeño pero emotivo discurso, y una entrega de orlas. Cada promoción tiene su personalidad. Unos son más formales, otros más estudiosos, otros mejores personas (la del año pasado fue fantástica en ese aspecto), y los de este año eran divertidos y juerguistas. Pero a todos les decimos adiós desde el cariño y la gratitud. Para los que amamos esta profesión no deja de ser un privilegio que nos hayan dejado formar parte de sus vidas durante estos años. Hemos compartido momentos buenos y momentos duros, sonrisas y lágrimas, nervios y ratos de diversión. Les hemos examinado de Matemáticas, de Física, de Inglés, de Filosofía, pero sobre todo, hemos intentado formar personas, con la esperanza de que contribuyan a un mundo un poco más justo. Quizás, con suerte, nos recuerden dentro de algunos años de una manera amable. De lo contrario, como decía un compañero la otra noche, pasaremos a formar parte de su olvido, porque sólo se recuerda lo bueno. Pero de todos nos quedará al menos un breve recuerdo, las caras que nunca se olvidan, antes de que una nueva promoción se instale el próximo curso en nuestros cuadernos de notas.

Puede que suene melancólico, pero en el fondo, brilla la satisfacción de un trabajo casi artesanal. Formamos alumnos como el alfarero que moldea vasijas. Les ponemos nuestra dedicación, nuestro tiempo, nuestro esfuerzo, sin esperar nada a cambio. Nunca salen dos iguales, pero a todos los quieres un poco como hijos, porque aunque suene pretencioso, parte de lo que son fue obra tuya en un momento. Cuando pasen los años, todo será fugaz, como la niebla. Pero la otra noche, en el salón de actos de mi instituto, con cincuenta y tantos alumnos a punto de terminar, no pude evitar las lágrimas del constructor de barcos que los ve alejarse en el horizonte y piensa: “Te construí para navegar lejos.” Desde aquí sólo me queda decir “Buena travesía, muchachos”." 

                                                             Lola Moreno



Te quiero mucho. Hasta el mes que viene

Ana