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"Para Dios, nada es imposible" (Lc. 1,37)

domingo, 27 de noviembre de 2011

Date tiempo


Es la primera vez que me ocurre en el año que llevo escribiéndote: aunque te parezca mentira, esta semana no he tenido tiempo para sentarme y estar contigo...Y te preguntarás que cómo es posible, que a pesar de todo lo que hay que hacer, "para la ternura siempre hay, ó debería haber, tiempo..." 
Pues esta semana ha sido que no; virus, noches sin dormir, trabajo, preparación de inolvidables acontecimientos me lo han impedido...
Y mientras transcurría la semana tú, como guardián del alma que pide sosiego, te asomabas a mi corazón para preguntarme: ¿y qué hay de ese rato que siempre echas conmigo...? 

Andaba yo en este diálogo contigo cuando uno de los días, por "casualidad", llegó a mis manos una antigua oración irlandesa. Me llegó como si fuera para ti, como regalo imprevisto de Alguien que nos cuida y siempre tiene tiempo para nosotros...
Por eso, con amor y agradecimiento infinito, hoy comparto contigo esa oración que reza sobre el tiempo que, para ti, esta semana no he tenido...


"Date tiempo,
Para trabajar: es el precio del triunfo;
Para pensar: es la fuente del crear;
Para jugar: es el secreto de la eterna juventud;
Para leer: es el fundamento de la sabiduría;
Para ser amigo: es el camino de la felicidad;
Para soñar: es atar a tu vida una estrella;
Para amar y ser amado: es el centro del Evangelio;
Para mirar alrededor: el día es muy corto para ser egoísta;
Para reír: es la música del alma;
Para orar: es la fórmula para encontrar a Dios"  
 
                                                           

Te quiero mucho. Hasta el domingo


Ana 

domingo, 20 de noviembre de 2011

Poseer




"La ganancia es útil si, como medio, se orienta a un fin que le de un sentido, tanto en el modo de adquirirla como de utilizarla. El objetivo exclusivo del beneficio, cuando es obtenido mal y sin el bien común como fin último, corre el riesgo de destruir riqueza y crear pobreza" 
Caritas in Veritate nº21- Benedicto XVI

No sé si a ti te pasa lo mismo pero yo tengo "problemas" con el poseer....Soy consciente de que tengo más de lo que necesito; que lo que se me ha dado está bien ganado pero que hay muchos a mi alrededor que no han corrido mi misma suerte...Y esta constatación, a veces, me inquieta.
No puedo dejarlo todo, como San Francisco de Asís, porque vivimos en un mundo en el que hay que cumplir con obligaciones; porque tengo una hija a la que quiero ofrecer las mejores oportunidades; porque- te soy sincera- me costaría renunciar a ciertas comodidades, por muy básicas que estas sean.

Pero sí puedo, haciendo uso de mis bienes, ayudar a crear riqueza y combatir la pobreza. Me preguntarás que cómo... Ahí van algunos pequeños remedios que intento ejercer para hacer amable y útil el poseer:

Procuro pensar en el bien común y no olvidar las palabras de quién nos amó hasta el extremo: "al que te pide la túnica, dale también el manto; al que quiera recorrer contigo una milla, acompáñale dos..." Porque, como dijo Pedro Poveda: "No hace falta ser rico para dar...basta ser bueno"

Me gusta cultivar el sentido de la gratuidad. Gratuidad entendida como riesgo, como  alegría de dar gusto a los otros, como quijotismo, como generosidad de un corazón que desea ser, ante todo, magnánimo.

Soy consciente de que no solo lo material ayuda: los apóstoles, en el Capítulo 3 de los Hechos, nos cuentan como Pedro y Juan devolvieron al cojo de nacimiento, que se apostaba en la puerta del templo, la mayor riqueza: la capacidad de andar: "No tengo oro ni plata- le contestó Pedro cuando el cojo les pidió limosna- pero le miraron, le dieron la mano y a continuación se levantó y se le fortalecieron los pies y los tobillos"

He aprendido, con los años, a no ansiar nada, a vivir una vida- dentro de lo cómoda que nos la hemos creado- austera, para poder disfrutar de aquello que no se compra con dinero y que se reparte igualmente entre todos cada día.

En última instancia, reconozco humildemente que nada poseemos y que siempre somos poseídos por aquello que creemos poseer.

Si gratis se nos dio... ¡gratis hemos de repartirlo!


Te quiero mucho. Hasta el domingo

Ana

martes, 8 de noviembre de 2011

La Pietá





La imagen que encabeza la entrada de hoy es La Pietá de Miguel Ángel. Representa a la Virgen con el cuerpo muerto de su Hijo en su regazo. Expresa el sobrecogimiento con una finura infinita. Miguel Ángel esculpe, con la belleza más absoluta, algo tan dramático y cruel como una madre sosteniendo el cuerpo inerte de su hijo; transmitiéndonos, paradójicamente, una sensación de tranquilidad, de armonía, de paz...

Y tú te preguntarás que por qué empiezo la entrada de hoy contemplando esta obra... Esta semana, hablando sobre qué hacer ante la crisis que estamos atravesando, me contaban una reflexión que quiero compartir contigo. Fernando, un amigo, decía lo siguiente: "Cuando vemos un bloque de mármol, la mayoría de nosotros vemos algo duro, pesado, frío... Pues bien, ante ese bloque de mármol, Miguel Ángel vio la Piedad"

Me pareció hermosa la metáfora de nuestro amigo y me llevó a pensar en nuestra actitud ante esta crisis global que nos está tocando vivir y también ante tantas crisis personales ó grupales como las que podemos atravesar en la vida. 

Estoy convencida de que ésta y tantas otras crisis que vivimos son bloques de mármol que se nos dan para que los cincelemos; que nos exigen no quedarnos paralizados ante ellos sino sacar lo más noble de nosotros mismos para darlos forma: con esfuerzo, con sabiduría, con pasión, sin miedo, con esperanza; sabiendo- aunque parezca increíble- que en ese bloque de piedra está escondido, a la espera de ser desvelado, el germen de tiempos mejores... 

Miguel Ángel firmó la Pietá. Ninguna otra de sus esculturas lleva su firma. Y lo hizo porque dudaban de su autoría- parecía mentira que un muchacho de 24 años hubiera hecho algo tan hermoso-. 
Quizá nosotros también dudemos de nuestras posibilidades: "¿Qué puedo hacer yo ante un problema tan grande como este?" o "Yo no tengo la culpa de esto que ha pasado"... 
Trabajemos nuestra obra y dejemos en ella nuestra firma impresa; hagamos lo poco o mucho que está en nuestras manos porque si dejamos de aportar eso bueno que cada uno podemos, nadie lo hará por nosotros y el mundo quedará huérfano de ese trocito de belleza que cada uno le podemos regalar.




Te quiero mucho. Hasta el domingo




Ana


domingo, 6 de noviembre de 2011

Polvo de estrellas





Esta semana he acompañado a una amiga cuya tía abuela ha muerto de repente. Su "Tatá", como mi amiga y sus hermanas la llamaban, había compartido con ellas toda una  vida; les había entregado su cariño, su tiempo, su existencia...
Y ellas también la han sabido corresponder con amor, con compañía, con inmensa ternura.

Ser testigo de su dolor en el tanatorio me remontó a ese momento de la vida en el que yo perdí a mi abuelo. Fue mi primera muerte y, al recordarla, aún me sigue doliendo...

Por ello y aunque parezca anacrónico, he vuelto a pensar en la importancia de los abuelos.
Hoy no sé si están de moda; probablemente, la mayoría de las veces resulten incómodos, nos den trabajo, no entiendan nada de lo que vivimos y, a nosotros, nos cueste explicárselo. Pero yo, en la medida que me voy haciendo mayor, los veo como esas personas que tras tanto vivir gozan de esa sabiduría que les permite distinguir entre lo que es accesorio y fundamental. Y, en lo fundamental, dan la vida.

Cuando llega el verano, me gusta enviar a mi hija unos días con su abuela. Creo que el encuentro entre los dos extremos de la vida es algo maravilloso. Porque fomenta la complicidad; permite a la sabiduría poner cierto orden en el caos juvenil; devuelve la vida a aquellos que piensan que les faltan las fuerzas;  crea una alianza entre mayores y jóvenes que nos ayuda a todos a hacer lo que tenemos que hacer...Haley lo dijo de otra manera: "Nadie puede hacer por los niños lo que hacen los abuelos: salpican una especie de polvo de estrellas sobre sus vidas"

Hay culturas que lo han entendido muy bien: no han renunciado a la sabiduría de sus mayores. Ellos ocupan un lugar importante en las familias, sus opiniones son escuchadas y valoradas, se les hace caso y respeta...A nosotros, creo que nos toca reaprender esta actitud que sin darnos cuenta hemos perdido...

Queridas Cristina, Paloma y Teresa: se os ha ido Tatá... Tiene que ser así. La naturaleza tiene estas leyes que solo en escasas ocasiones rompe...pero no olvidéis nunca el legado que os ha dejado. Ella, desde el cielo, seguirá siempre salpicando vuestras vidas de polvo de estrellas.

Te quiero mucho. Hasta el domingo

Ana