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"Para Dios, nada es imposible" (Lc. 1,37)

domingo, 26 de febrero de 2012

Para los otros, en ellos y con ellos




Este domingo es especial. Es el primer domingo de Cuaresma. Y, aunque la entrada de hoy sea un poco larga, me encanta invitarte a leer algunos párrafos extraídos de una carta bellísima escrita por el Papa para animarnos a vivir este periodo que nos conduce a la Pascua. Su mensaje se apoya en un versículo de la carta a los Hebreos y dice así:



«Fijémonos los unos en los otros
para estímulo de la caridad y las buenas obras»
 (Hb 10, 24)

Me detengo en el versículo 24, que, en pocas palabras, ofrece una enseñanza preciosa y siempre actual sobre tres aspectos de la vida cristiana: la atención al otro, la reciprocidad y la santidad personal.


1. “Fijémonos”: la responsabilidad para con el hermano.

El primer elemento es la invitación a «fijarse»: el verbo griego usado es katanoein, que significa observar bien, estar atentos, mirar conscientemente, darse cuenta de una realidad… Invita a fijar la mirada en el otro, ante todo en Jesús, y a estar atentos los unos a los otros, a no mostrarse extraños, indiferentes a la suerte de los hermanos. Hoy resuena con fuerza la voz del Señor que nos llama a cada uno de nosotros a hacernos cargo del otro. Hoy Dios nos sigue pidiendo que seamos «guardianes» de nuestros hermanos (cf. Gn 4,9), que entablemos relaciones caracterizadas por el cuidado reciproco, por la atención al bien del otro y a todo su bien. Si cultivamos esta mirada de fraternidad, la solidaridad, la justicia, así como la misericordia y la compasión, brotarán naturalmente de nuestro corazón. 



2. “Los unos en los otros”: el don de la reciprocidad.

Este ser «guardianes» de los demás contrasta con una mentalidad que, al reducir la vida sólo a la dimensión terrena, no la considera en perspectiva escatológica y acepta cualquier decisión moral en nombre de la libertad individual. Una sociedad como la actual puede llegar a ser sorda, tanto ante los sufrimientos físicos, como ante las exigencias espirituales y morales de la vida.
En la comunidad cristiana no debe ser así. Los discípulos del Señor, unidos a Cristo mediante la Eucaristía, viven en una comunión que los vincula los unos a los otros como miembros de un solo cuerpo. Esto significa que el otro me pertenece, su vida, su salvación, tienen que ver con mi vida y mi salvación. Aquí tocamos un elemento muy profundo de la comunión: nuestra existencia está relacionada con la de los demás, tanto en el bien como en el mal; tanto el pecado como las obras de caridad tienen también una dimensión social



3. “Para estímulo de la caridad y las buenas obras”: caminar juntos en la santidad.

La atención recíproca tiene como finalidad animarse mutuamente a un amor efectivo cada vez mayor, «como la luz del alba, que va en aumento hasta llegar a pleno día» (Pr 4,18), en espera de vivir el día sin ocaso en Dios. El tiempo que se nos ha dado en nuestra vida es precioso para descubrir y realizar buenas obras en el amor de Dios. Queridos hermanos y hermanas, aceptemos la invitación, siempre actual, de aspirar a un «alto grado de la vida cristiana» (Juan Pablo II, Carta ap. Novo millennio ineunte [6 de enero de 2001], n. 31).
Ante un mundo que exige de los cristianos un testimonio renovado de amor y fidelidad al Señor, todos han de sentir la urgencia de ponerse a competir en la caridad, en el servicio y en las buenas obras (cf. Hb 6,10).
Vaticano, 3 de noviembre de 2011       BENEDICTUS PP. XVI


Así nos invita el Papa a vivir estos cuarenta días- que ojalá fueran la vida entera-: juntos, pendientes unos de los otros, recorriendo de la mano el camino hacia la santidad.

Te quiero mucho. Hasta el domingo

Ana

P.D: Te pongo el link donde puedes encontrar el texto completo:




domingo, 19 de febrero de 2012

La mesita de noche



Lo expresaba mi amiga Lola con una belleza extraordinaria: "El libro se ha quedado a vivir en mi mesilla de noche"
Y su expresión anduvo dando vueltas en mi cabeza para terminar haciéndome descubrir lo importante que es la mesita de noche.

Quizá me preguntes por qué...Para mí, es ese rincón de la casa que acoge algunos restos del día que acabo de vivir para ofrecerme lo que, pacientemente, me lleva esperando todo el día también ...Quizás pose sobre ella una carta o el reloj o alguna nota que me recuerde al día siguiente algo que hay que hacer; sobre la mesita suelto lo que me ha ayudado a bregar, un día más, para agarrarme a  todo eso que me hace sentir segura y bien: la novela que me sumerge en una historia paralela a mi vida; algún libro que me regala pensamientos para dormir en paz; la Biblia...También está la luz que, además de acompañarme en la lectura, me alumbra el camino cuando por la noche, por cualquier razón, he de levantarme. Hay alguna foto que me lleva a pensar en aquellos que quiero. A veces, un rosario; el agua que calma la sed; quizá alguna medicina a la que confío el cuidado de algún que otro achaque...
En definitiva, en esa mesita viven todas aquellas cosas que necesitamos para despedirnos del día con sosiego y que hacen posible que ocurra el milagro del descanso, del poner a dormir las preocupaciones sabiendo que Otro se va a encargar de ellas. 

La mesita de noche, ese rincón de la casa que nos rescata del hacer para, de alguna manera, ser. La mesilla de noche, tan próxima, tan accesible, en la que guardamos amor para volver a dar amor. Porque al día siguiente, tras un sueño reparador, nos incorporamos apoyándonos sin querer en ella, que ha permanecido allí, velando nuestro sueño y se nos da una energía liberadora que nos empuja, un día más, a volver a vivir.

Te quiero mucho. Hasta el domingo

Ana

domingo, 12 de febrero de 2012

Las estrellas

"Simba, te voy a contar algo que me dijo mi padre: Mira a las estrellas...Los grandes reyes del pasado nos observan desde las estrellas... ¿De veras? Sí... Así que cuando te sientas solo, recuerda que esos Reyes siempre estarán ahí para guiarte y yo también..."  (El Rey León)

Es la voz de la naturaleza; es el diálogo contemplativo entre padre e hijo que volví a recordar con el musical "El Rey León".

Nos habla de la importancia de las estrellas, de la necesidad de mirarlas para elevar nuestra vista por encima de lo cotidiano y recibir la luz, la confianza, la paz.

Ellas forman parte de nuestra historia colectiva e individual, desde el principio del mundo nos acompañan: el Salmo 136, nos cuenta como Dios hizo “la luna y las estrellas para que presidan la noche”; más adelante, Dios le dirá a Abraham: ‘Mira arriba, a los cielos, y cuenta las estrellas, si te es posible contarlas. Así llegará a ser tu descendencia’ (Génesis 15:5.) Y después, hubo una estrella, la de Belén, que guió a los Reyes ante el portal de un Niño que cambió la humanidad. Y esos Reyes que le honraron, mi  hija me enseñó que también hoy residen en una estrella...


En mi historia personal también han estado presentes. Recuerdo que siendo pequeña me enviaron a Inglaterra junto a mi hermana para aprender inglés. A la dos nos costaba estar fuera de casa pero especialmente mi hermana no lo podía soportar. Vivíamos cada una en una casa pero por las noches nos juntábamos y salíamos a dar un paseo; subiendo una colina, buscábamos esa soledad que nos permitiera desahogarnos en nuestra lengua. Mi hermana lloraba casi siempre porque deseaba volver a casa. Una de esas noches, prácticamente ya sin argumentos para consolarla, le dije: "mira al cielo- ¿ves la cantidad de estrellas que hay? Pues este mismo cielo que hoy nos cubre lo están viendo todos a los que tanto echamos de menos". Y me confortó pensar que lo que le decía era cierto; que a pesar de la distancia, mis padres podían ver en esos momentos lo mismo que nosotras estábamos contemplando. De alguna manera, me sentí protegida, habitando bajo la misma tienda, con la certeza de que ellos estaban ahí.

Cuando era joven, el mismo cielo nos cubría a todos; ahora, con el paso de los años, alguno de los que quiero están en el cielo, no han renunciado a ser parte de ese cosmos que nos hace estar en comunión permanente. Y quizás residan en una estrella, velando siempre por nosotros, recordándonos quienes somos. Éste pensamiento, a pesar de que uno ha crecido, sigue siendo inmensamente consolador.

La vida pasa pero las estrellas siguen ahí, testigos excepcionales de la historia de la humanidad y de nuestra propia historia. Y nos piden que elevemos nuestra mirada para recordar de dónde venimos, apreciar lo que tenemos y saber a dónde vamos.

Tagore expresó con inmensa belleza la importancia de las estrellas: 

Si lloras por haber perdido el sol, las lágrimas no te dejarán ver las estrellas


Te quiero mucho. Hasta el domingo

Ana 






domingo, 5 de febrero de 2012

La misa sobre el mundo





Esta semana, pensando en la entrada a compartir contigo, me venía a la mente y al corazón un texto de Theilard de Chardin- "La misa sobre el mundo"- que forma parte de mi devocionario de años. 
Perdona que sea largo pero te invito a leer, el que para mi es uno de los textos mas bellos del mundo. 
Fue escrito por un sacerdote ante la imposibilidad de celebrar misa en pleno desierto de Ordos. 
Es una hermosa meditación que expresa la fortuna de poder recoger, en el corazón y el deseo, la tierra entera y ofrecerla, ponerla en las manos de Alguien que indudablemente cuida de ella...

"Ya que, una vez más, Señor, como en los bosques del Aisne, también en las estepas de Asia, no tengo ni pan, ni vino, ni altar, me elevaré por encima de los símbolos hasta la pura majestad de lo Real, y te ofreceré, yo, que soy tu sacerdote, sobre el altar de la tierra entera, el trabajo y la pena del mundo...       
El sol acaba de iluminar, allá lejos, la franja extrema del Lejano Oriente. Una vez más, la superficie viviente de la tierra se despierta, se estremece y vuelve a iniciar su tremenda labor bajo la capa móvil de sus fuegos. Yo  colocaré en mi patena,  Dios mío, la esperada cosecha de este nuevo esfuerzo. Derramaré en mi cáliz la savia de todos los frutos que hoy serán molidos.  
Señor, voy viendo y los voy amando, uno a uno, a aquellos a quienes tú me has dado como sostén y como encanto natural de mi existencia. También uno a uno voy contando los miembros de esa otra tan querida familia que han ido juntando poco a poco en torno a mí, a partir de los elementos más diversos, las afinidades del corazón, de la investigación científica y del pensamiento. Más confusamente, pero a todos sin excepción, evoco a aquellos cuya multitud anónima constituye la masa innumerable de los vivientes; a aquellos que me rodean y me sostienen sin que yo los conozca; a los que vienen y a los que van; a aquellos, sobre todo, que, en la verdad o a través del error, en su despacho, en su laboratorio o en su fábrica creen en el progreso de las cosas y hoy van a seguir apasionadamente la luz...
Todo lo que va a aumentar en el Mundo, en el transcurso de este día, todo lo que va a disminuir - todo lo que va a morir, también -, he aquí, Señor, lo que trato de concentrar en mí para ofrecértelo; he aquí la materia de mi sacrificio, el único sacrificio que a ti te gusta... La ofrenda que realmente estás esperando, aquella de que tienes misteriosamente necesidad todos los días para saciar tu hambre, para calmar tu sed, es nada menos que el acrecentamiento del Mundo arrastrado por el universal devenir...                                                                           
Porque a falta del celo espiritual y de la sublime pureza de tus santos, tu me has dado, Dios mío, una simpatía irresistible por todo lo que se mueve en la materia oscura - porque, irresistiblemente, reconozco en mí más que a un hijo del Cielo a un hijo de la Tierra -, subiré esta mañana, con mi pensamiento, a los lugares altos, cargado con las esperanzas y las miserias de mi madre, y allí - fuerte, con un sacerdocio que sólo tú has podido darme, estoy seguro - invocaré al fuego sobre todo lo que, en la carne humana, está pronto para nacer o para perecer bajo el sol caliente"


Te quiero mucho. Hasta el domingo

Ana