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"Para Dios, nada es imposible" (Lc. 1,37)

domingo, 24 de abril de 2011

¿Quién?

                               ¡Feliz Domingo de Resurrección! 
Quisiera regalarte una buena noticia: el Señor Jesús ha resucitado y, "de alguna manera", se queda con nosotros para siempre.
No nos deja solos; quiere permanecer aquí, "por si acaso"; y acogernos; y acompañarnos en la aventura de la vida; y transmitirnos su confianza en que siempre podemos aquello que nos propongamos; y decirnos que nos atrevamos a pedirle por todo aquello que necesitamos; y animarnos a vivir desde donde merece la pena; y enseñarnos que la fraternidad nos hace mas felices; y concedernos el don de la ternura; y regalarnos cada día la sorpresa de amanecer...

Él fue, es y será ese QUIÉN por el que se pregunta la canción del video. 
¡Que la disfrutes!




"¿Quien?" de Luis Guitarra



Te quiero mucho. Hasta el domingo

Ana

domingo, 17 de abril de 2011

El me mira y yo le miro




San Juan María Vianney, el Santo Cura de Ars, en Francia, cuenta una historia bellísima:

"Un campesino llegaba por las tardes a su iglesia, se sentaba y no decía una palabra, ni tampoco hacía ningún acto, rezo, lectura de un libro o devocionario o algún devoto movimiento especial.

El párroco curioso le pregunta: disculpe, pero estoy intrigado por sus visitas al templo… ¿Qué le hace venir todas las tardes? ¿A qué viene, si no lo veo rezar, ni arrodillarse, ni hacer ningún gesto o acto especial?

El campesino le mira y con humildad le dice: Mire, yo vengo todos los días a ver a este Cristo y no sé qué decirle, entonces yo lo miro y él me mira ... eso es todo..."

Es el don de la contemplación, es ese no saber qué decir, es la fe en estado puro que pide silencio, es el querer descalzarnos para adentrarnos en el misterio de Dios...

Ante ese Cristo - y con la humildad que exige el dejarse mirar- se nos invita a examinarnos sobre el significado profundo de nuestra vida; y a dejarnos convertir por su mirada; y a obtener el aliento para seguir... En definitiva, y en palabras de San Ignacio, ante ese Cristo se nos invita a "contemplar para alcanzar amor..."

Te animo, en esta semana que antecede a la celebración de la Pascua, a ser como el campesino del que nos habla el cura de Ars: a encontrar, cada día, ratos de silencio; a sentarnos y mirarle; a pensar en lo que significa; a descubrir en ese Cristo crucificado la belleza del amor que llega hasta el final, convencidos de que, como decía Dostoievski en El Idiota,  "un día, la belleza salvará al mundo".



Te quiero mucho. Hasta el domingo



Ana




domingo, 10 de abril de 2011

Pájaros y ramas


“Somos como pájaros en una rama, podemos echar a volar en cualquier momento –dice uno de los monjes.-No, te equivocas, –le contesta la mujer– nosotros somos los pájaros y vosotros sois la rama. Si os vais, no nos queda nada.”

La película "De dioses y hombres" (Xavier BeauvoisFrancia. 2010), de la que extraigo el diálogo a pie de foto, nos cuenta la historia real de unos  monjes cistercienses asesinados por integristas islámicos en Tibhirine, Argelia, en 1996. 
Los monjes, desde su monasterio instalado en el monte Atlas, llevan años sirviendo a sus vecinos de religión musulmana y ortodoxa que les quieren, les respetan y les necesitan. Por ello, cuando ante la amenaza de muerte, los religiosos se plantean si abandonar o no el lugar, una vecina  les dice que, si se van, el pueblo al que ella representa  y ellos tanto aman no sabrá donde posarse. 

Este diálogo que te transcribo me lleva a pensar sobre nuestro ser...sobre nuestro ser pájaros y nuestro ser ramas...
Resulta que somos pájaros; podemos volar, y de hecho lo hacemos para, de vez en cuando, regresar a descansar a nuestra rama: esa que hace mucho tiempo elegimos; a la que ya nos hemos acostumbrado; esa a la que llenamos con nuestra existencia; la que nos espera siempre; la que nos permite recobrar fuerzas y nos consuela tras nuestra jornada; desde la que solemos cantar cuando llega la primavera y en la que nos guarecemos en los días fríos de invierno; la que permanece fiel desde hace tanto tiempo a pesar de nuestras idas y venidas...
¿En dónde o en quien nos posamos? 
Y somos pájaros libres: podemos, cuando queramos, echar a volar lejos  y abandonar todo aquello que nos sostiene y también, de una extraña manera, nos retiene...
Y, si un día nos fuéramos, ¿qué sería de nuestra rama: seguiría viva a pesar de nuestra ausencia o se secaría por la pena de constatar que su misión podría haber acabado? ¿Qué pasaría con nosotros: encontraríamos otra rama, volaríamos eternamente sin descanso o moriríamos extenuados y sin sostén?

Resulta que también somos ramas...Servimos de apoyo para algunos o para algo. ¿A quién, con nuestra presencia, sostenemos? ¿A quién servimos? ¿A quién recibimos con alegría y generosidad siempre? ¿De quién son las ilusiones, las penas, las luchas, los logros de los que secretamente somos depositarios?  ¿Qué o quienes son aquellos que, si faltamos, tendrán que pensar donde descansar?

Somos pájaros y somos ramas... 
¿Y no será que todos formamos parte de ese árbol al que pájaros y ramas embellecen? 

Te quiero mucho. Hasta el domingo.

Ana

domingo, 3 de abril de 2011

El médico


Hoy te invito a que te fijes en el cuadro que ilustra mi página de este domingo: "The doctor".  Es un clásico de la ilustración médica. Fue pintado por Sir Luke Filde en 1891 y se encuentra expuesto en la Tate Gallery de Londres. Yo tengo una copia sencilla ocupando un lugar privilegiado en el despacho donde trabajo.

El autor pinta la escena impulsado por la muerte de su hijo en un día de Navidad e inspirado por la devoción profesional del médico que le cuidó. 

 "The doctor"  (Luke Filde)


Es una escena victoriana que no ha dejado de suceder en nuestro mundo moderno. Junto a la enfermedad, al sufrimiento, a la fuga de la vida, a la injusticia... hay un hombre sentado, solo, entregado, paciente, observador, sostenido por una taza de café, ajeno a todo...también al tiempo.

En un segundo plano, los padres de la niña. El padre, de pie, resistiendo; su mirada anclada en el médico,  portador de una ciencia -representada en el cuadro por un pequeño frasco de jarabe- muy lejana para el padre y de una esperanza que a ambos sostiene. La madre, abatida, con su rostro oculto, juntando sus manos cuando solo queda rezar.

Es una escena cuya esencia se repite cada día. Me dirás, y con razón, que las condiciones sociales, en nuestro mundo por lo menos, han cambiado; que la ciencia avanza y que, ya no quedan muchos médicos como el del cuadro... 
Pero ¿sabes?, junto a tantos cambios, lo que nos jugamos los seres humanos cada día ante la enfermedad, lo desnudos que ésta nos deja,  las actitudes y los sentimientos que la rodean permanecen invariables.  Porque el hombre es así: frágil y fuerte, desvalido e imbatible, solitario y solidario. La enfermedad nos sigue haciendo a todos vulnerables y, gracias a Dios, siempre hay un buen samaritano a nuestro lado. Aunque resulte paradójico, pocas cosas nos aproximan tanto al prójimo como la enfermedad y el sufrimiento.

Si te fijas, también en el cuadro aparecen signos de que la vida regresa a la pequeña: una luz redentora brilla sobre la niña; la madre siente la mano resucitadora del padre sobre su hombro; probablemente el pájaro de la ventana está volviendo a cantar y las flores saludan el día con cierto alivio...
La misma  luz redentora- que poco a poco se va imponiendo sobre la de la lámpara- alumbra también al médico: a ese hombre normal que sabe, sobre todo, estar ahí, permanecer...
Probablemente un poco más tarde, recogerá su sombrero olvidado encima de la mesa y marchará entre conmovido y agradecido por haber sido testigo de tanto milagro.

¡Dichosa profesión la de médico! ¡Que suerte haber sido bendecida con ella! ¡Que vocación tan hermosa, la de servir a todos, siempre y sin tiempo, con la conciencia de haber sido tocados por la gracia para "oficiar todos los días de nuestra vida con fe y amor en el altar de la esperanza"!


Te quiero mucho. Hasta el domingo

Ana