Este mes llego tarde al blog. Perdóname; la lucha que a veces nos exige la vida me está restando fuerzas...Ya me ha llamado una amiga diciendo que donde estaba... Y también he visto que entrabas buscando lo que había prometido darte... ¡Qué conmovedora es esa fidelidad que no entiende de dificultades, ni de pretextos y no renuncia a estar ahí...! Gracias.
Aquí va mi blog de este mes. Lo tomo prestado de Dolores Aleixandre rscj. Es una carta entrañable que ella escribe al nuevo Papa también entrañable y que, al leerla, te deja con paz. Es mi deseo para esta nueva andadura que inicia la Iglesia: que sea un periodo de paz, de hermandad, de confianza...
Te escribo el mes que viene. Te lo prometo.
Te quiero mucho.
Ana
CARTA A FRANCISCO, OBISPO DE ROMA
Hermano Francisco: nunca pensé que me dirigiría así a un Papa, pero como en tu saludo inicial no nos llamaste “hijos e hijas” sino “hermanos y hermanas”, siento que tengo permiso para hacerlo. Y me sale también un tú, aunque llenísimo de respeto, porque no me imagino llamando de usted a un hermano de verdad y el vos argentino no me va a salir.
En el diario “
Tú, en cambio, estás consiguiendo comunicarnos la convicción de que ese camino que comienzas lo vas a hacer acompañado por todos nosotros. Qué manera tan franciscana por lo sencilla y tan ignaciana por su lucidez de señalar un nuevo estilo eclesial. Porque si lo que deseas es que se nos reconozca por la fraternidad, el amor y la confianza, empiezan a sobrar y a estorbar (hace tiempo que a bastantes ya nos estaban sobrando y estorbando…) tantas conductas, prácticas y costumbres en las que se han ido confundiendo la dignidad con la magnificencia y lo solemne con lo suntuoso. Resulta una sorpresa balsámica sentir que ahora te tenemos como cómplice en el deseo de ir cambiando esas usanzas e inercias que nadie se decidía a declarar obsoletas y ante cuya incongruencia habían dejado de dispararse las alarmas. No son cuestiones irrelevantes, son indicadores que revelan una preocupante atrofia de los sensores que tendrían que haber puesto alerta, hace mucho, de que estaban en contradicción con los usos de Jesús. Así que bienvenida sea esa tarea que emprendes de volver a la frescura del Evangelio y a la radicalidad de sus palabras: ya nos estamos dando cuenta de que, en lo que toca a los pobres, no vas a darnos tregua.
Comienzas tu camino en momentos de extrema debilidad de
Nos has confiado la tarea de sostenerte con nuestra oración y en estos momentos estoy pidiendo para ti unas cuantas cosas: paciencia ante el rastreo que la prensa está haciendo de tu pasado y que es una consecuencia de lo que dijiste a los periodistas: “Habéis trabajado ¿eh?, habéis trabajado…”. Pues eso, se han crecido y siguen trabajando. También pido que no te agobien más de la cuenta las expectativas descomunales que estás despertando y que te sientas muy libre (y muy hábil también) para elegir a quienes creas que pueden ayudarte en el gobierno de
Vas a encontrar muchas piedras en ese camino: críticas, resistencias y hasta zancadillas así que, siguiendo la recomendación de tu preciosa homilía el día de San José, trata de custodiarte un poco a ti mismo. Y por si no aciertas del todo, que se ocupen de ello las santas de
Han ido a buscarte casi hasta el fin del mundo y ha sido un acierto: gracias por haber aceptado quedarte, sin poder volver a recoger tus cosas. Menos mal que los zapatos que llevas parecen cómodos.
Muchos nos sentimos ahora responsables de rezar por ti, aunque no seamos de tu diócesis y nos alegra saber que estás también encargado de velar por
Que el Señor te bendiga, te guarde y derrame sobre ti el bálsamo de su paz.
Dolores Aleixandre RSCJ+
Feliz Pascua, Ana y a todos los que nos sentimos "adoptados" por esta pequeña comunidad.
ResponderEliminar¿Qué cabe añadir a la carta que publicas hoy? Poco, salvo unirnos sinceramente a esa oración por Francisco. Hay muchas cosas, y todas relacionadas con la sencillez, que nos sorprenden en estos momentos. Empezando por llamar al nuevo Papa sólo por el nombre de Francisco. Podría ser mi cuñado, el vecino con el que comparto el ascensor, y sin embargo está lejos, presidiendo algo tan solemne y grandioso como el Vaticano. Lejos, y tan cerca a la vez. Intento seleccionar un puñado de imágenes de los últimos días para ilustrar esa cercanía, y no alcanzo a pensar sólo unas cuantas: esos zapatos que han llamado la atención por su anonimato, la cruz que ya llevaba antes de ser elegido, la resistencia a ocupar los apartamentos papales, su mirada cómplice y cercana al acercarse a la gente, sus palabras llanas, ajenas a cualquier atisbo de grandeza...
Si os digo la verdad, da hasta cierto vértigo, no estamos acostumbrados a esto, tras tanto tiempo confundiendo "la dignidad con la magnificencia y lo solemne con lo suntuoso". Cuando lo he visto en la tele estos días, no dejaba de pensar lo raro que debe sentirse en ese laberinto ceremonioso que debe ser su nuevo hábitat, y casi dan ganas de decirle: "Padre Francisco, (creo que lo de Santo Padre ni le gustaría) siéntese con nosotros a la mesa camilla cuando lo necesite, que aquí se va a sentir como en casa". Derrocha e inspira ternura a partes iguales, sabiendo que lo que la Iglesia le pide ahora no es vestir una mitra sino cargar con una cruz demasiado pesada tal vez para quien vino desde el fin del mundo sólo con una maleta y unos zapatos gastados. Nunca la realidad estuvo tan cerca de los deseos, y eso nos desconcierta a todos, él el primero, supongo.
Besos a todos.