Datos personales

Mi foto
"Para Dios, nada es imposible" (Lc. 1,37)

domingo, 4 de septiembre de 2011

"Las cosas del querer"



Voy a contarte un hecho del que no hace mucho tiempo fui testigo: dos amigas ya mayores, que han compartido mucha vida juntas, disfrutaban casa, comida y buenos momentos con un grupo de personas entre las que me encontraba.
Uno de los días, una de ellas marchó a pasar la jornada con unos familiares que habían llegado de lejos para verla...  Antes, las dos se despidieron por la mañana, deseándose lo mejor para el día y acordando encontrarse de nuevo por la tarde...
Cuando cayó el día, acompañé a la que se había quedado en casa al reencuentro con la otra percibiendo, en el camino, cierta prisa en ella por llegar al lugar acordado.
Íbamos en autobús cuando, a esa distancia en que los ojos vislumbran pero aún no ven, me dijo con alegría: "Ahí está, mírala..." Y yo no miré a la otra, era prácticamente imposible verla, pero me quedé prendada de la mirada de esa a quien yo acompañaba: sus ojos, sin apenas ver, se iban llenando de luz al intuir la presencia del otro; sus piernas, que hasta ese momento habían estado torpes y pesadas, se volvieron ágiles para acortar distancias; su corazón, cansado tras haber trabajado toda una vida, se esforzó en regalar una agilidad e independencia que abreviaran el tiempo hasta el reencuentro...

Fue cuando pensé en la fuerza que posee el amor; cómo se nos concede sin pedirla; de que milagrosa manera se nos da por añadidura; qué tiernamente nos protege, nos conforta, nos pone alas y nos obsequia con el maravilloso mensaje de que todo está bien...
¡Qué bonito es descubrir que, al querer y dar la vida por otros, somos bendecidos por la Gracia que nos devuelve el ciento por uno!

Ellas se encontraron y no sucedió nada "extraordinario", sólo que volvió esa seguridad que únicamente el amor concede... Se agarraron del brazo como diciendo: "ahora sí: ¡adelante con la vida cotidiana!"
Marcharon delante de mí...Y las oí lamentarse de lo poco que ven, o de que no podían andar deprisa...pero lo hacían con esa sonrisa que el alma esboza cuando podemos estar junto a quien nos quiere...

Te quiero mucho. Hasta el domingo

Ana



1 comentario:

  1. Hola, Ana. Sigo viva tras el verano y la vuelta al cole, y recuperando la normalidad. Entre otras cosas, los pequeños e íntimos hábitos entre los que está este pequeño rinconcito tuyo, casi una mesa camilla, como diríamos por el sur, donde siempre encuentras una palabra amable, una suave caricia on-line para ver la realidad desde otro punto de vista. Aquí también se ve la fuerza del amor, que no consiste sólo en gestos heroicos ni clichés tipo Romeo-Julieta, sino en el gesto cotidiano, en el detalle sin importancia, pero tan imprescindible, y que tan claro se ve en tu reflexión. ¿Qué sería de nosotros sin ese calor que transmite la persona que nos quiere? Esa caricia, esa mirada, esa preocupación solo se entiende desde el regalo inmenso que Dios nos hace cada día y que entre el ruido y la prisa se nos pasa inadvertido. Gracias por tu llamada de atención tan necesaria. Un abrazo.

    ResponderEliminar