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"Para Dios, nada es imposible" (Lc. 1,37)

domingo, 5 de febrero de 2012

La misa sobre el mundo





Esta semana, pensando en la entrada a compartir contigo, me venía a la mente y al corazón un texto de Theilard de Chardin- "La misa sobre el mundo"- que forma parte de mi devocionario de años. 
Perdona que sea largo pero te invito a leer, el que para mi es uno de los textos mas bellos del mundo. 
Fue escrito por un sacerdote ante la imposibilidad de celebrar misa en pleno desierto de Ordos. 
Es una hermosa meditación que expresa la fortuna de poder recoger, en el corazón y el deseo, la tierra entera y ofrecerla, ponerla en las manos de Alguien que indudablemente cuida de ella...

"Ya que, una vez más, Señor, como en los bosques del Aisne, también en las estepas de Asia, no tengo ni pan, ni vino, ni altar, me elevaré por encima de los símbolos hasta la pura majestad de lo Real, y te ofreceré, yo, que soy tu sacerdote, sobre el altar de la tierra entera, el trabajo y la pena del mundo...       
El sol acaba de iluminar, allá lejos, la franja extrema del Lejano Oriente. Una vez más, la superficie viviente de la tierra se despierta, se estremece y vuelve a iniciar su tremenda labor bajo la capa móvil de sus fuegos. Yo  colocaré en mi patena,  Dios mío, la esperada cosecha de este nuevo esfuerzo. Derramaré en mi cáliz la savia de todos los frutos que hoy serán molidos.  
Señor, voy viendo y los voy amando, uno a uno, a aquellos a quienes tú me has dado como sostén y como encanto natural de mi existencia. También uno a uno voy contando los miembros de esa otra tan querida familia que han ido juntando poco a poco en torno a mí, a partir de los elementos más diversos, las afinidades del corazón, de la investigación científica y del pensamiento. Más confusamente, pero a todos sin excepción, evoco a aquellos cuya multitud anónima constituye la masa innumerable de los vivientes; a aquellos que me rodean y me sostienen sin que yo los conozca; a los que vienen y a los que van; a aquellos, sobre todo, que, en la verdad o a través del error, en su despacho, en su laboratorio o en su fábrica creen en el progreso de las cosas y hoy van a seguir apasionadamente la luz...
Todo lo que va a aumentar en el Mundo, en el transcurso de este día, todo lo que va a disminuir - todo lo que va a morir, también -, he aquí, Señor, lo que trato de concentrar en mí para ofrecértelo; he aquí la materia de mi sacrificio, el único sacrificio que a ti te gusta... La ofrenda que realmente estás esperando, aquella de que tienes misteriosamente necesidad todos los días para saciar tu hambre, para calmar tu sed, es nada menos que el acrecentamiento del Mundo arrastrado por el universal devenir...                                                                           
Porque a falta del celo espiritual y de la sublime pureza de tus santos, tu me has dado, Dios mío, una simpatía irresistible por todo lo que se mueve en la materia oscura - porque, irresistiblemente, reconozco en mí más que a un hijo del Cielo a un hijo de la Tierra -, subiré esta mañana, con mi pensamiento, a los lugares altos, cargado con las esperanzas y las miserias de mi madre, y allí - fuerte, con un sacerdocio que sólo tú has podido darme, estoy seguro - invocaré al fuego sobre todo lo que, en la carne humana, está pronto para nacer o para perecer bajo el sol caliente"


Te quiero mucho. Hasta el domingo

Ana



3 comentarios:

  1. Tu comentario de esta semana me evoca el Documental de "La última cima". También Pablo, un sacerdote de hoy, ha vivido la experiencia de Celebrar la Misa en la montaña bastantes veces, eran Eucaristías que él llamaba "cósmicas". En ellas se sientía, físicamente, más cerca de Dios.La últimamente vez que practicó la escalada,que acabó con su vida,llamó a sus padres y les dijo: "He llegado a la cima".
    Fué real y ¿también simbólica de otra conquista?.

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  2. Porque Dios está en todas partes, también en el desierto o en el cautiverio o en la oscuridad de los ciegos.
    Besos de que estés bien.
    Cuídate.

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  3. A mí también me evocaba esa imagen de Pablo celebrando en la cúspide del monte, con el solo acompañamiento de sus útiles de escalador en "La Última Cima". Pero sobre todo el texto -maravilloso, sobrecogedor- me habla de la dedicación de Chardin a sus semejantes, a los que conoce y a los que no, pero a los que tiene siempre en mente cuando se pone en comunicación con un Dios grande, infinito, inabarcable, y al mismo tiempo tierno y provisorio, como buen Padre. Qué texto más bonito, y cuánto da para meditarlo. Besos

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