Hoy las palabras no salen de mi sino que proceden del corazón de una amiga, madre, esposa y maestra. Se llama Lola y me ha enviado, por si lo quería poner en el blog, lo que a continuación vas a leer...
Lola: gracias por tu generosidad, por tu entrega, por tu amistad, por tu pedagogía, por tu capacidad para "elevar todo aquello que tocas".
"La pasada semana les hemos dicho adiós.
Nuestros alumnos de 2º de Bachillerato han terminado el curso (alguno tendrá
que volver en septiembre) y hemos tenido un pequeño acto de “graduación”, o más
bien de despedida. Es más o menos lo mismo que todos los años, pero siempre es
distinto. Llegaron al instituto arreglados como para una gran ceremonia. Hubo
un pequeño pero emotivo discurso, y una entrega de orlas. Cada promoción tiene
su personalidad. Unos son más formales, otros más estudiosos, otros mejores personas
(la del año pasado fue fantástica en ese aspecto), y los de este año eran
divertidos y juerguistas. Pero a todos les decimos adiós desde el cariño y la
gratitud. Para los que amamos esta profesión no deja de ser un privilegio que
nos hayan dejado formar parte de sus vidas durante estos años. Hemos compartido
momentos buenos y momentos duros, sonrisas y lágrimas, nervios y ratos de
diversión. Les hemos examinado de Matemáticas, de Física, de Inglés, de
Filosofía, pero sobre todo, hemos intentado formar personas, con la esperanza
de que contribuyan a un mundo un poco más justo. Quizás, con suerte, nos
recuerden dentro de algunos años de una manera amable. De lo contrario, como
decía un compañero la otra noche, pasaremos a formar parte de su olvido, porque
sólo se recuerda lo bueno. Pero de todos nos quedará al menos un breve
recuerdo, las caras que nunca se olvidan, antes de que una nueva promoción se
instale el próximo curso en nuestros cuadernos de notas.
Puede que suene melancólico, pero en el
fondo, brilla la satisfacción de un trabajo casi artesanal. Formamos alumnos
como el alfarero que moldea vasijas. Les ponemos nuestra dedicación, nuestro
tiempo, nuestro esfuerzo, sin esperar nada a cambio. Nunca salen dos iguales,
pero a todos los quieres un poco como hijos, porque aunque suene pretencioso,
parte de lo que son fue obra tuya en un momento. Cuando pasen los años, todo
será fugaz, como la niebla. Pero la otra noche, en el salón de actos de mi
instituto, con cincuenta y tantos alumnos a punto de terminar, no pude evitar
las lágrimas del constructor de barcos que los ve alejarse en el horizonte y
piensa: “Te construí para navegar lejos.” Desde aquí sólo me queda decir “Buena
travesía, muchachos”."
Lola Moreno
Te quiero mucho. Hasta el mes que viene
Ana
Muchas gracias Lola por tu carta, llena de cariño y profesionalidad. Me ha gustado mucho leerla y en ciero sentido me ha producido una cierta envidia sana por una lado y un enorme gustazo por otro, al ver que todavía quedan en la profesión de la enseñanza personas con auténtica vocación. Que se entregan sin más y que encima lo hacen con cariño y sin esperar nada especial del otro. Lo de la envídia sana es solo prque también me gustaría disfrutar en mi trabajo como se ve que tu lo haces en el tuyo. Un beso. Fernando
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