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"Para Dios, nada es imposible" (Lc. 1,37)

domingo, 20 de febrero de 2011

Fe y Razón




Ocurrió a propósito de la fiesta de la Candelaria. Esta fiesta se celebra el 2 de febrero y nos recuerda la Presentación del Niño Jesús en el Templo (Lc. 2;22-39). Es una fiesta que nos dice que Cristo, llevado por su Madre al Templo, nos viene a iluminar a todos.

Pues bien, con motivo de esta fiesta, sacaron en TV un reportaje donde mucha gente joven con sus niños recién nacidos hacía colas interminables ante la Virgen del Rocío. Madres y padres con su hijo en brazos esperaban, conmovidos, a presentárselo a la Virgen, "a entregárselo", a ponerlo bajo su manto, a pedirle su protección... 

Me enterneció el hecho de que tantos jóvenes hicieran el gesto de entregar a la Virgen lo nacido de sus entrañas...
Y esta misma emoción que sentí al verlos me embarga en otras celebraciones de las que siempre salgo cuestionada por el fervor popular...Hay una fe sabia y natural, muy común en la gente humilde, que creo que es don de Dios. Yo, al menos, así lo entiendo cuando, por ejemplo, cada Navidad, veo llegar a mis pasiegos a misa tras atravesar, andando, valles cubiertos de nieve. Hacen el esfuerzo de llegar hasta ahí porque ha nacido su Señor...

Pero quizá haya alguien que pudiera pensar que esta fe popular es la fe del carbonero... Por cierto, he aprendido que "el carbonero" era de Ávila y muy conocido. Se cuenta que en cierta ocasión le preguntaron: 
"-¿Tú en qué crees?. -En lo que cree la Santa Iglesia. 
-¿Y qué cree la Iglesia?. -Lo que yo creo. 
-Pero ¿qué crees tú?. -Lo que cree la Iglesia... 
Y no había modo de apearle de semejante discurso"
Desde entonces, hablar de la «fe del carbonero», es referirse a una fe que ignora razones.

También es cierto que, junto a aquellos que viven una fe sencilla, alimentada por las tradiciones, están los que se cuestionan la fe y nos cuestionan a los que vivimos desde ella. Se preguntan noblemente sobre el creer o no creer e intentan, con la razón, comprender...

Por otro lado, yo misma, que me digo creyente, he vivido la dolorosa experiencia de agotarme en intentar entender al Misterio, cuando quizás debiera conformarme con acogerlo... "¿Dónde podría el hombre buscar la respuesta a las cuestiones dramáticas como el dolor, el sufrimiento, la muerte, si no en la luz que brota del misterio de la pasión, muerte y resurrección de Cristo?".(J.Pablo II)

Por todo esto que te cuento y más, hoy me gustaba invitarte a pensar sobre la razón y la fe...
Si, como decía San Ambrosio, la fe fue confiada a pescadores y no a intelectuales...entonces, ¿necesita la fe de la razón, del estudio? 
Si cualquier ser humano, ya desde la cuna desea saber, y cuando va creciendo  pregunta para entender... ¿necesita la razón de la fe para comprender mejor?

Lo dice Juan Pablo II al principio de su encíclica Fides et Ratio:
"La fe y la razón son como las dos alas con las cuales el espíritu humano se eleva hacia la contemplación de la verdad".  
Así dice que, aunque parezca paradójico, la razón encuentra su apoyo más precioso en la fe, mientras que la fe cristiana, por su parte, tiene necesidad de una razón que se fundamente en la verdad.

La época moderna se ha caracterizado por una progresiva separación entre la fe y la razón y los efectos producidos por esta separación, han hecho que "tanto la fe como la razón se hayan empobrecido y debilitado una ante la otra. La razón, privada de la aportación de la Revelación, ha recorrido caminos secundarios que tienen el peligro de hacerle perder de vista su meta final. La fe, privada de la razón, ha subrayado el sentimiento y la experiencia, corriendo el riesgo de dejar de ser una propuesta universal".
Y continúa Juan Pablo II intentando ir mas allá: "es ilusorio pensar que la fe, ante una razón débil, tenga mayor incisividad; al contrario, cae en el grave peligro de ser reducida a mito o superstición. Del mismo modo, una razón que no tenga ante sí una fe adulta no se siente motivada a dirigir la mirada hacia la novedad y radicalidad del ser".

Ojalá que aquellos que no creen busquen ser interpelados por una fe madura, refrescante, que les ayude a vivir en plenitud.
Ojalá que, los que creemos, nos atrevamos a ilustrar nuestra fe. Hay que saber dar razones de ella. Lo exigen los tiempos. Hay que volver a pensar y volver a rezar. O dicho mejor con palabras de San Pedro Poveda: "Hay que demostrar con los hechos que la ciencia hermana bien con la santidad de vida". ¿Alguien se atreve?

Te quiero mucho. Hasta el domingo

Ana





7 comentarios:

  1. Tal vez tengas razón en eso de buscar razones a la fe. Para mí, la mayor razón de mi fe es que me da luz a mi ceguera y que me ayuda a no caer, a darme fuerzas para seguir queriendo hacer cosas, superándome, ser digno de Dios y de quienes confían en mí.
    Feliz domingo.

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  2. Querida Ana; menudo tema has ido a plantear...Uhfff, muy complicado para mi, sencillo mortal que cada día es más simple porque cada día entiendo menos el mundo.
    Sinceramente pienso que grandes pensadores, filósofos y sabios, han investigado sobre el tema a lo largo de la historia y entre unos y otros, hay contradicciones importantes.¿ como yo en mi pequeño entendimiento, voy a conocer los misterios ?
    Hay que distinguir entre religión y religiosidad, yo sólo dispongo de la segunda y porque es innata al ser humano.
    La vida es muy valiosa, disfrutemosla, con la fe, con la razón, con los sentimientos,con la intuición,con la conciencia,con el amor,... con todo lo que tengamos a nuestro alcance.

    Te quiero mucho, hasta el domingo, besos a los 3
    Encarni.

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  3. Querida Ana, también yo creo lo que dice Pedro Poveda,como también creo que seria bueno saber dar razones de la fe, pero aun sabiendo darlas, para quien carece de fe, es dificil entender o aceptar esas razones que la justifican. En mi humilde opinión, a veces, las palabras(el dar razones), desacreditan un hecho o una actitud.
    Un santo contó, que una vez un alma le dijo a Dios: "Señor te amo", y desde el cielo se oyó esta respuesta: "Obras son amores y no buenas razones". No obstante comparto que seria bueno saber las razones de la fe, y luego darlas según el caso.
    Y creo lo que dice San Agustín respecto a la relación entre la fe y la razón, "Creo para comprender y comprendo para creer mejor".
    Por último creo que la fe es un don que Dios regala, a quienes la aceptamos libremente, y para mi la fe, es la que fundamenta y sostiene mi vida.
    Un abrazo, Silvia

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  4. En realidad, la vida de cada uno, creyente o no, está llena de actos de fe.
    El científico tiene fe en los trabajos de quienes le han precedido (si no, estaríamos inventando la rueda cada día) y, a un nivel más fundamental, en el hecho de que el universo es inteligible (un postulado metafísico que no es demostrable empíricamente).
    El amante tiene fe en su amado y su amor.
    El niño tiene fe en su madre y sabe, sin poder demostrarle ‘científicamente’, que le quiere sin límites.
    La vida sería insoportable y quizá imposible sin fe.
    También es cierto que nuestra fe, o más bien nuestras varias fes, deben ser razonables.
    Por supuesto, podemos equivocarnos, pero tenemos que sopesar la evidencia y ‘mojarnos’ para poder vivir.
    En contra de mucha propaganda actual, la fe cristiana es, como muchas otras fes, perfectamente razonable, a pesar de no ser empíricamente demostrable.
    Creo que una de las tareas más importantes de cara a la reevangelización del neopagano Europa es precisamente intentar explicar a los jóvenes que una fe religiosa no está reñida con la inteligencia.
    Para poder hacer esto, tenemos que pensar nuestra fe pero también pueden evangelizar perfectamente, y quizá más eficazmente, los afortunados que han recibido el don de la ‘fe del carbonero’, que sea tal vez la forma de fe más pura y más hermosa. Su vida y su bondad pueden ser testimonios más elocuentes que los discursos de cualquier teólogo y filósofo. Como dijo San Francisco de Asís, “Evangeliza siempre....si es absolutamente imprescindible, usa palabras.”
    Efectivamente, las acciones a menudo hablan más claro y más alto que las palabras.
    Sin embargo, si tenemos la posibilidad de profundizar nuestra fe al nivel intelectual, no deberíamos desperdiciar la oportunidad. Puede ayudarnos a fortalecer nuestra fe y quizá permitirnos encontrar las palabras adecuadas para
    ayudar a una persona que no cree pero que está buscando con la mente y el corazón abiertos.

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  5. La fe es un don. Pero un don que se puede y se debe testimoniar.
    Basta con cultivar y desarrollar la convicción de que, en el aquí y ahora que nos ha tocado vivir, podemos y debemos seguir construyendo un cielo y una tierra nuevos. Dando testimonio de justicia, de responsabilidad, de solidaridad y de amor.
    Un beso, Alejandro

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  6. La fe, la razon.....
    solo se, que hay que brindar por tener Fe,
    Fe en los amigos, en ti mismo,que nunca nos falte la Fe, a si en Mayusculas!!
    Fe en lo que vendrá, en los que estuvieron, Fe en la vida, brindo por la Fe y tambien por la Fe que nos da la razón.
    Fe en que todo pasará, Fe en el espiritu, Fe en los sueños, Fe en la utopia, que somos sin Fe con razon o sin ella?
    Nadie que tenga Fe en algo vivo e intenso, esta alejado de Dios.
    Con Fe lucho y existo y con razon o sin razon con Fe persistó.
    Saludos desde Alicante,
    Jose y Manuela

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  7. Fe y razón es un buen títular.
    ¿Se opone la razón a la fe? pienso que ambas se necesitan. Hay un medio para hacerlas dialogar, muy necesario: El estudio. De esto habla mucho Pedro Poveda, y es que el estudio es camino que abre nuestro corazón y nuestra mente a los demás.
    También hace falta oración que ilumine el estudio y fortalezca el esfuerzo.
    Estudiar es aprender a escuchar, es satisfacer la profunda inclinación humana hacia la verdad.
    Siempre estamos formando nuestro corazón, por eso es importante preguntarnos:
    ¿Le damos alimentos sanos?...
    Lo deseo para tí y para todos los que deseamos hacer este camino con la luz que nos viene de Dios y de los que con nosotros se aventuran a pensar. Besos.

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