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domingo, 14 de agosto de 2011

Uncle Gerry



Te voy a contar, con alegría, un acontecimiento triste. "Uncle Gerry", el tio de Tommy, mi marido, acaba de morir.
Que la entrada de hoy sirva como pequeño homenaje a quien nos acaba de dejar y tantos queríamos.

Uncle Gerry era unos de esos hombres que llamamos personajes, tipos ilustres en el teatro de la vida. Vivió su existencia, como diría Sinatra, a su manera; y la vivió plena, apasionadamente, yo diría que "a lo grande". 
Hijo de una familia numerosa y muy humilde logró salir adelante con trabajo constante e ilusión por nuevos e inauditos proyectos. Fue aristócrata de los humildes: viajó cuando no lo podía hacer nadie a su alrededor, las fronteras de Escocia se le quedaron pequeñas; condujo cuando el resto de sus familiares y amigos no sabían lo que era un coche; le encantaban los buenos puros cuando no había dinero ni para fumar. Trabajó- hizo de casi todo-, ganó dinero y también lo perdió, se divirtió, amó, cuidó de su familia...Adoraba a los jóvenes; con ochenta años se sentía uno de ellos y ellos lo aceptaban como tal. 
Fue emprendedor, guerrero- como buen hijo de William Wallace-, soñador, valiente, generoso con los demás, ameno conversador, hombre piadoso...

También, y como todos, vivió sus propios dramas: ausencias, enfermedades, conflictos personales... A pesar de ello, nunca dejó que las dificultades le estropearan la vida. Siempre había recursos para salir adelante: el canto, la oración, las tertulias interminables, el próximo proyecto, un buen trago...Por cierto, poco antes de morir, pidió a la enfermera un whisky...Y le supo a gloria.

Ahora, al recordarlo y dolernos su ausencia, esbozamos una sonrisa con tantas anécdotas entrañables que nos hablan de un hombre que tuvo pasión por la vida y la supo contagiar. Y ese, "¿te acuerdas cuando Uncle Gerry...?", nos hace y nos hará, no sé cuantas veces más, recordar lo bello que es vivir.

Se nos ha ído un gran personaje pero nos deja alegres; nos ha dado el ejemplo de vivir y morir a gusto. Que bonito es que alguien, incluso al morir, nos invite a vivir.

Gracias mi querido "Uncle Gerry" por habernos enseñado a apreciar el gran regalo que es la vida. Gracias porque, a punto de emprender tu último viaje, regalaste la mejor sonrisa a tu sobrino cuando corrió a verte. Gracias por esos momentos de ternura de niño grande que me ofreciste.
Estoy convencida de que Dios te recibirá con inmensa alegría. Ciertamente, lo que Él te dio en la vida lo supiste disfrutar.
Descansa - aunque bien sé que lo de descansar no es lo tuyo- en paz.


Te quiero mucho. Hasta el domingo.

Ana



1 comentario:

  1. Precioso! que bonito es saber leer lo mejor que hay en cada persona y acogerlo y valorarlo y tu lo consigues. Es la magia de hacer de la VIDA un regalo de Dios.Doy gracias a Dios por los talentos que ha puesto en cada persona. La "magia" es dar el ciento por uno. ¿Cuál es el secreto para conseguirlo?. Besos.

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