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"Para Dios, nada es imposible" (Lc. 1,37)

domingo, 16 de octubre de 2011

Herminia




La semana pasada te contaba  que tenía una amiga muy enferma en el hospital... Murió hace pocos días y estoy triste...Ha sido un adiós previsible pero inoportuno...La muerte siempre es inoportuna...

Era una amiga mayor con la que no compartía mi "agite cotidiano" sino todo eso que da verdadero sentido al vivir: los valores, los ideales, los sueños, la fe...
Yo, además de quererla, la admiraba y ella sé que me quería-me lo demostró con su fidelidad de años-. 
Yo admiraba su elegancia, su discreción, su buen  hacer, sus prudentes silencios... Ella participaba de mi juventud, de mi esperanza, del futuro...
La conocí en esa época de la vida en la que uno anda un poco "desnortado"; ella, con su siempre oportuna presencia, se convirtió en ese rincón al que uno puede acudir tal y como está, "con lo puesto", porque sabe que va a encontrar amor…
Desde entonces sé que me llevaba en el corazón y, cuando volvíamos a encontrarnos, su sonrisa y su alegría me contaban todo lo que me quería…

Muchos hemos sido los que hemos luchado para que no se nos fuera: lo hemos intentado con las armas de la ciencia, del cariño, de la esperanza, de la oración...Pero, al final, la voluntad de Dios se impone sobre la nuestra y ante eso, no hay nada que hacer...Se conoce que hacía falta en el cielo- allá arriba deben tener, de vez en cuando, sus necesidades-.

Se me ha muerto una amiga y con ella, he muerto yo también un poco...No somos nunca los mismos sin los otros...

Querida Herminia: sé que estás al lado de Dios, disfrutando ya de Su presencia; que estás encantada; que te has marchado de aquí con los deberes bien hechos y que, ahora, lo que te toca es gozar.

Yo, ¡y tantos otros que te querían inmensamente!, te vamos a echar mucho de menos...No dejes nunca de cuidarnos, de acompañarnos, de guiñarnos de vez en cuando el ojo, de sonreírnos...

Bien sé que no vas a dejar de acudir a esa cita en la que te hablaba de las cosas que nos importaban y en la que tú, con tu escucha siempre elocuente, me animabas a seguir... Yo tampoco faltaré.

Te quiero mucho. Hoy no digo “hasta el domingo"; con profundo dolor, no me queda más remedio que decir: hasta siempre...

Ana


3 comentarios:

  1. Ana de verdad que siento la perdida de tu amiga Herminia.
    No la he llegado a conocer pero, siendo amiga tuya y hablando de ella como hablas, seguro que era una gran mujer.
    Ahora añoras los momentos que pasasteis juntas y su recuerdo reciente tráe lágrimas a tus ojos...
    A través del blog muchos hemos sabido de su amor por ti.
    Tu homenaje ha sido precioso.
    Besos. Encarni.

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  2. Yo sí conocí a esta amiga tuya, tambien mia.Siento también el arrancón, pero hay algo con lo que yo acompaño ausencias que como esta ya me van tocando vivir. Quizás es paliar lo que tanto cuesta con recursos que no sirven para todos, pero bueno es compartir.
    Junto a todo lo que tu expresas y yo tambien vivo, me anima y consuela la experiencia que trasmiten y que de alguna forma queda como patrimonio para los que tuvimos la suerte de disfrutarlas,referencias vitales que en la medida que eres fiel a ellas impregnan la vida y la construyen. Gracias por el amor, que a ella con tanta generosidad le entregaste. Besos

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  3. Querida Ana: desde aqui un abrazo especial por este momento triste que te toca vivir. No conoci a Herminia, pero no tengo dudas de que seria esa persona encantadora que describis en tus palabras hacia ella. Y te digo que aunque no la conoci, se bien lo que es tener una "amiga mayor", quien tiene ese privilegio, sabe que tiene un tesoro. Y aunque da mucha pena el vacio que deja, sabes que a ese tesoro lo tenes ahora en el mejor lugar, el cielo, Y podes seguir contando con ella.
    Un beso, silvia

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