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domingo, 18 de marzo de 2012

Leyenda del conejo de Pascua




Sé que esto que te voy a contar está impregnado de anticipación pero no quería olvidar la frescura con la que me lo contaron.
Nos lo contó nuestra amiga Maruja con la ilusión con la que se cuenta un cuento para alegrar el corazón. Nos lo contó en medio del sacrificio que exige la Cuaresma pero adelantándonos la alegría de la Resurrección. 
Y mientras lo contaba, pensé en lo hermoso que era ser cristianos como Maruja: plenos de un "sentido de anticipación" que nos empuja a vivir; conscientes de que al abrazar la cruz, la de Cristo y la nuestra de cada día, se nos regala la certeza de que no todo acaba con el dolor; habituados a una espera gozosa porque sabemos que un día- solo Dios sabe cómo y cuándo- experimentaremos la alegría de la Resurrección. 

Pero vayamos al cuento. Es la leyenda de conejo de Pascua: 

"Cuenta esta leyenda que, cuando metieron a Jesús al sepulcro que les había dado José de Arimatea, había dentro de la cueva un conejo escondido, que muy asustado veía cómo toda la gente entraba, lloraba y estaba triste porque Jesús había muerto. El conejo se quedó ahí viendo el cuerpo de Jesús cuando pusieron la piedra que cerraba la entrada y lo veía y lo veía preguntándose quién sería ese Señor a quien querían tanto todas las personas. Así pasó mucho rato viéndolo; de repente el conejito vio algo sorprendente: Jesús se levantó y dobló las sábanas con las que lo habían envuelto. Un ángel quitó la piedra que tapaba la entrada y Jesús salió de la cueva ¡más vivo que nunca! El conejo comprendió que Jesús era el Hijo de Dios y decidió que tenía que avisar al mundo y a todas las personas que lloraban, que ya no tenían que estar tristes porque Jesús había resucitado. Como los conejos no pueden hablar, se les ocurrió que si les llevaba un huevo pintado, ellos entenderían el mensaje de vida y alegría y así lo hizo. Desde entonces, cuenta la leyenda que, el conejo sale cada Domingo de Pascua a dejar huevos de colores en todas las casas para recordar al mundo que Jesús resucitó y hay que vivir alegres" 

Así que, cuando veamos estos conejillos que nos inundan en el tiempo de Pascua, acordémonos de esas actitudes a la que nos invita la leyenda: la sencillez para contemplar a Jesús muerto, la profundidad para preguntarnos por qué, la necesidad de esperar junto a Él a que ocurra el milagro y la urgencia de salir corriendo a transmitir la alegría que da saber que está vivo entre nosotros; que nos atrevamos a contárselo a la gente para ayudarles a dejar de llorar; que la esperanza de la Resurrección tiña nuestras vidas, tantas veces grises, de esos colores que nos invitan, por encima de todo, a estar alegres.

Te quiero mucho. Hasta el domingo

Ana

2 comentarios:

  1. Mª Jesús García18 de marzo de 2012, 10:04

    Me encanta ese anticiparse y junto a esto, "permanecer", esa persistencia que se empeña en esperar lo mejor de cada persona y que termina recibiendo la medida de lo que espera, es el efecto Pigmalión. Te deseo que llenes tu corazón de la mejor esperanza, como llenas cada domingo de ella a los que tenemos la suerte de leerte. Besos.

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  2. Debo confesar, Ana, que me ha costado mucho tiempo, desde este sur donde vivo, entender el sentido de la leyenda del conejo de Pascua. Hace unos días, sin ir más lejos, volvía sobre el tema, a cuento de explicarles a mis alumnos la diferencia entre el término "Easter" y nuestra Semana Santa. Para todos, excepto un par de alumnos de paises del Este, entender el sentido de la alegría que acompaña a la Pascua es un esfuerzo tremendo.Y lo del conejo, sinceramente, les suena a chiste. "¡Pero si el Domingo de Resurrección es uno de los días más tristes del año!¡Se acabaron las procesiones hasta el año que viene!¿No es una verdadera pena?". (Mientras te escribo esto, resuenan los ecos de los tambores y cornetas de la banda que ensaya detrás de nuestra casa, y un escalofrío me recorre como diciendo "ya se acercan los días del gozo"). Mis alumnos, cofrades la mayoría, "capillitas" como decimos aquí, ya se preparan para vivir esos días, los de la Pasión, como una verdadera fiesta, y para ellos, como lo ha sido para mí tanto tiempo, la Pascua es una despedida. Y ahora viene la pregunta, ¿cómo hacerles entender, pero no en la mente, sino en el corazón, en la médula de los huesos, que el gozo viene luego, que la alegría viene tras esa despedida, porque Jesús (ahora, de mayor, sí que lo entiendo) ha vuelto para quedarse con nosotros PARA SIEMPRE?. ¿Cómo sobreponerse a siglos de costumbre, de cultura, porque lo es sin duda, y llegar al convencimiento profundo de ese gozo que es la Pascua? Sólo viviéndolo en primera persona, y no todos están dispuestos al esfuerzo que significa.
    En fin, seguiré explicando un año más lo del "Easter".
    Un beso, y una sonrisa.

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