"Fue entonces que apareció el zorro:
- Buen día - dijo el zorro.
- Buen día – respondió cortésmente el principito, que se dio
vuelta pero no vio a nadie.
- Estoy aquí – dijo la voz –, bajo el manzano...
- ¿Quién eres ? – dijo el principito. – Eres muy bonito...
- Soy un zorro – dijo el zorro.
- Ven a jugar conmigo – le propuso el principito. – Estoy
tan triste...
- No puedo jugar contigo – dijo el zorro. – No estoy
domesticado.
¿Qué significa "domesticar" ?
- Es algo demasiado olvidado – dijo el zorro. – Significa
"crear lazos..."
¿Crear lazos?
- Claro – dijo el zorro. – Todavía no eres para mí más que
un niño parecido a otros cien mil niños. Y no te necesito. Y tú tampoco me
necesitas. No soy para ti más que un zorro parecido a otros cien mil zorros.
Pero, si me domesticas, tendremos necesidad uno del otro. Tú serás para mí
único en el mundo. Yo seré para ti único en el mundo...
- Mi vida es monótona. Yo cazo gallinas, los hombres me
cazan. Todas las gallinas se parecen, y todos los hombres se parecen. Me
aburro, pues, un poco. Pero, si me domesticas, mi vida resultará como
iluminada. Conoceré un ruido de pasos que será diferente de todos los demás.
Los otros pasos me hacen volver bajo tierra. Los tuyos me llamarán fuera de la
madriguera, como una música. Y además, ¡mira! ¿Ves, allá lejos, los campos de
trigo? Yo no como pan. El trigo para mí es inútil. Los campos de trigo no me
recuerdan nada. ¡Y eso es triste! Pero tú tienes cabellos color de oro. ¡Entonces
será maravilloso cuando me hayas domesticado! El trigo, que es dorado, me hará
recordarte. Y me agradará el ruido del viento en el trigo...
Por favor... ¡domestícame! – dijo.
Al día siguiente el principito regresó.
- Hubiese sido mejor regresar a la misma hora – dijo el
zorro. – Si vienes, por ejemplo, a las cuatro de la tarde, ya desde las tres
comenzaré a estar feliz. Cuanto más avance la hora, más feliz me sentiré. Al
llegar las cuatro, me agitaré y me inquietaré; ¡descubriré el precio de la
felicidad! Pero si vienes en cualquier momento, nunca sabré a qué hora
preparar mi corazón... Es bueno que haya ritos." (El Principito.CAPITULO XXI)
Hoy no puedo más que repetirte lo que dice el zorro: mi vida, esta semana, más que monótona ha sido agotadora: mucho trabajo, demasiados viajes, comienzo del verano con todo lo que significa de cambio de rutina...
He llegado esta mañana a estar contigo y me sentía vacía, con poco más que contarte que estaba agotada... He pensado: quizá fuera mejor no acudir a esta cita; total, ¿que le puedo yo hoy contar?
Pero ya lo sabes: los ritos, para mi, son importantes... Así que, venciendo la vergüenza que inevitablemente nos acompaña al reconocer nuestra pobreza, me he sentado a hablar contigo como todos los domingos, como si hubiera vivido una semana normal, pero esta vez solo "con lo puesto"...Y, entonces, ha ocurrido el milagro- ¡cuantas veces descubro que el milagro ocurre al reconocernos y confesarnos pobres; ¿será que tiene que ver con la humildad?-: poco a poco, cumpliendo con el rito de sentarme junto a ti y contarte y escucharte me he sentido feliz...Mi vida se ha vuelto a llenar de luz, mi corazón ya no está agitado y me has preparado, un domingo más, para dar gracias por tanto como se nos regala...
Con humildad reconozco que me has domesticado...
Gracias por tanto y por todo; gracias, también, por "perder" el tiempo conmigo hoy.
Te quiero mucho. Hasta el domingo
Ana
Es hermoso eso de decir "Domestícame!". Lleva una carga afectiva enorme. No se puede domesticar lo que no se ama, lo que no se aprecia. Y uno no se deja domesticar si no hay también esa necesidad de amar y ser amado. Implica también docilidad, ternura, persuasión, convencimiento... Es curioso la cantidad de sensaciones que puede sugerir una sola palabra. (Quizás pueda ser un buen tema para próximas semanas.)
ResponderEliminarSi me lo aplico al trabajo de estos días, agotador como el tuyo, también estoy en la tarea de domesticar, de persuadir, de convencer, y sobre todo de preparar el próximo curso, para hacer tangible ese ideal de una mejor educación para todos. Y he de reconocer que no me disgusta del todo. No sé, ¿será preocupante?
Besos.