Han operado a un amigo y, mientras le operaban, decidí acercarme al hospital para esperar junto a su familia.
Al llegar a la zona del hospital próxima a los quirófanos, donde estaban su mujer -mi amiga-, sus hijos, sus hermanos, sus amigos, me encontré con un número inmenso de personas que esperaban a sus seres queridos: gente mayor esperando a sus mayores, mujeres esperando a sus esposos, esposos esperando a sus mujeres, hijos esperando a sus padres, padres esperando a sus hijos, amigos esperando a sus amigos...
Allí estaban todos, arrancados súbitamente de su cotidianidad, con la única tarea de esperar y mantener la esperanza. Allí estaban, junto a otros y, a la vez, solos; compartiendo espera con gente hasta entonces desconocida y, de cuando en cuando, regresando a esa soledad que nos protege mientras esperamos.
Esperar al otro y, mientras se espera, buscar el silencio para jugar con el tiempo, correrlo hacia adelante o hacia atrás; volver a pasar la película de la vida rápido, despacio; volver a vivir una y otra vez las escenas que acaban con un beso...
Y hacer una pausa y volver a utilizar las palabras para, por un instante, sostener la esperanza de quienes esperan con nosotros...
Y regresar al silencio para pasar la vida por la memoria y el corazón recreando aquellos momentos en los que hemos sido felices; subrayar con fuerza, en el alma, las cualidades del que esperamos; sonreír por dentro cuando nos vuelven a conquistar sus palabras, sus gestos, su sonrisa; olvidar, en el ansia de volver a recobrar lo que nos han arrancado, todo lo que absurdamente había sido importante hasta ese momento; asirse a medallas de vírgenes o a tarjetas de santos para que a ellos no se les olvide interceder por nosotros y nos regresen a aquellos que son signos de su presencia; permanecer porque nos da seguridad el estar ahí, cerca de aquellos que tanto amamos; resistir porque no les queremos dejar solos...
Qué suerte poder esperar; que suerte la de aquel al que esperamos; que suerte tener a otros que nos esperan...Que orgullo el de mi amigo, que aún dormido, siente que no está solo...
Querido Javier: ponte bueno pronto que somos muchos los que te queremos y esperamos.
Te quiero mucho. Hasta el domingo
Ana
!Qué grande y qué bonito tener una familia y unos amigos que te quieren, te velan,te impulsan a seguir adelante y aceptan en reciprocidad hacerlo ellos por tí.
ResponderEliminarDesde esa convicción animo todos los lectores a transmitir una gran carga de energia positiva para Javier.
Alejandro
A veces elegimos estar solos, simplemente por la satisfacción de estar tranquilos, reflexionar, buscar la paz. Pero lo grande de la amistad es saber que puedes contar con ellos, los amigos, para los momentos en que son necesitados. También es insustituible para todos tener una familia que te quiera y que te acepte como eres.
ResponderEliminarDoy gracias por tener ambas cosas. Me considero una afortunada en esta vida.
Besitos.
Encarni.
¿Quién no ha esperado alguna vez siendo grande de corazón? Esa espera esperanzada está llena de ilusión y magia.
ResponderEliminarQué orgullo saberse esperado, anhelado.
Que Javier se recupere.
Cuídate y feliz semana, Ana.
besos cariñosos.