Datos personales

Mi foto
"Para Dios, nada es imposible" (Lc. 1,37)

domingo, 13 de marzo de 2011

Tiempo de Cuaresma

El Miércoles pasado fue Miércoles de ceniza y con él iniciábamos, un año mas, la Cuaresma; un tiempo litúrgico muy valioso, importante, pero que no sé por qué, me pasa a veces desapercibido... Son cuarenta días de preparación a la Pascua de Jesús. Son cuarenta días de profundización en el Misterio. Son cuarenta días de oportunidad de cambio, de conversión. Y son cuarenta días de exigencias; entre ellas, el ayuno, la limosna y la oración.

Me gustaba hoy, en este blog, darle un espacio a este tiempo de Cuaresma y centrarme en aquellas exigencias tradicionales  pero aún vigentes... Porque, de alguna manera, quisiera llenar de sentido aquello que hacemos o que, en este caso la Iglesia, nos invita a hacer; aunque no se lleve, aunque parezca que está pasado de moda, aunque no sea atrayente.
Para ello, voy a ayudarme de algunas reflexiones - precisamente las que se centran sobre estas prácticas exigentes- de la carta de Benedicto XVI  para la Cuaresma de este año 2011:

"En el itinerario cuaresmal se nos invita a contemplar el Misterio de la cruz...para llevar a cabo una conversión profunda de nuestra vida...Mediante las prácticas tradicionales del ayuno, la limosna y la oración, la Cuaresma educa a vivir de modo cada vez más radical el amor de Cristo"

"El ayuno adquiere para el cristiano un significado profundamente religioso: haciendo más pobre nuestra mesa aprendemos a superar el egoísmo para vivir en la lógica del don y del amor; soportando la privación de alguna cosa —y no sólo de lo superfluo— aprendemos a apartar la mirada de nuestro «yo», para descubrir a Alguien a nuestro lado y reconocer a Dios en los rostros de tantos de nuestros hermanos. Para el cristiano el ayuno no tiene nada de intimista, sino que abre mayormente a Dios y a las necesidades de los hombres, y hace que el amor a Dios sea también amor al prójimo"
Me gusta esta reflexión porque, entre otras cosas, me lleva a pensar en mi abuelo. Él era uno de dieciséis hermanos de una familia pobre con un padre ausente. No tenían nada. Los chicos trabajaban picando piedra en las canteras  asturianas y aprovechaban el tiempo de descanso para estudiar mientras las mujeres se ocupaban de las tareas de la casa. Todos ellos contaban solo con un par de zapatos que guardaban para ir los domingos a misa. A pesar de la precariedad en la que vivían, cuentan que en su mesa siempre había un plato de más por si pasaba un pobre y se sentaba a comer con ellos. Quizá hubo días en los que comieron aún menos pero estoy segura de que Dios se sentó a la mesa con ellos.

"En nuestro camino también nos encontramos ante la tentación del tener... La Iglesia, especialmente en el tiempo cuaresmal, recuerda la práctica de la limosna, es decir, la capacidad de compartir. La idolatría de los bienes, en cambio, no sólo aleja del otro, sino que despoja al hombre, lo hace infeliz, lo engaña, lo defrauda sin realizar lo que promete..."
Vivimos tiempos de precariedad para muchos...La pobreza está tocando a gente que jamás la había conocido. Yo tengo amigos que me dicen que lo están pasando económicamente mal...Es cuando el corazón me evoca  aquella frase de San Pedro Poveda: "No hace falta ser rico para dar, basta ser bueno"

"En todo el período cuaresmal, la Iglesia nos ofrece con particular abundancia la Palabra de Dios. Meditándola e interiorizándola para vivirla diariamente, aprendemos una forma preciosa e insustituible de oración, porque la escucha atenta de Dios, que sigue hablando a nuestro corazón, alimenta el camino de fe que iniciamos en el día del Bautismo. En la oración encontramos tiempo para Dios, para conocer que «sus palabras no pasarán»,  para entrar en la íntima comunión con él que «nadie podrá quitarnos»  y que nos abre a la esperanza que no falla, a la vida eterna"
Y aquí me gustaba referirme a la práctica que muchos de nosotros tenemos de rezar con nuestros hijos. Cuando llega la noche y antes de que les venza el sueño, ¡que hermoso es acercarse a su cama y rezar con ellos esas oraciones que aprendieron hace ya tiempo pero que les siguen significando! Y son muchas noches las que pienso que su oración sencilla pero constante se eleva hasta un Dios que se siente conmovido.Quizá, en estos días, se nos pida a nosotros especialmente que tengamos nuestro espacio, quizás de silencio, quizás de lectura de Evangelio, por si Dios habla.

Aquí te dejo con estos pensamientos...Se me ocurre, sin embargo que, con los ejemplos tan cotidianos que todos tenemos, quizá no se nos pida nada "heroico" para estos cuarenta días... Y es que, ¿será que basta con llenar de sentido aquello que hacemos con inadvertida frecuencia?


¡Feliz Cuaresma!


Te quiero mucho. Hasta el domingo.


Ana








2 comentarios:

  1. Gracias, Ana. Feliz Cuaresma y Feliz domingo también para ti.
    En mi pueblo, ése del que ayer alguien habló a la hora de por qué ir a misa, el día de la fiesta o en navidad, también se guardaba un plato para el pobre. Eran tiempos en los que sólo se comía pollo en esos días señalados.
    En fin, se nos ha olvidado aquella época aunqie, tal vez, habremos de recordarla a la fuerza en estos tiempos de fin de una época.
    Cuidaos y, una vez más, gracias por acogerme con tanto afecto y naturalidad. Algo de tu Cuaresma se plasmó ayer al regalarme vuestro cariño.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  2. Gracias, Ana por tu reflexión para este tiempo que hoy pasa tan inadvertido para muchos y que nos invita a preparar nuestro corazón, para la gran fiesta: La Pascua del Señor.
    "Conviertete y cree en el Evangelio" nos dicen en la imposición de la Ceniza del comienzo de la Cuaresma. Me gusta poner significado a la palabra conviértete, como invitación a la vida; cambiar de mentalidad; mirar con la mirada de Jesús para llegar a descubrir en todo lo que me encuentro al Dios que me habla a través de las personas que trato; en las diversas experiencias: en los pensamientos; siempre y en todo. Es un reto y una oportunidad.

    ResponderEliminar