Todos los años, el mes
de Diciembre nos ofrece un rato para, entre unos y otros, poner el Belén. Y es
una tradición que nos acompaña desde que somos pequeños. No sé si te acuerdas
pero, de niños, siempre llegaba ese día en que, con ilusión, sacábamos del
trastero las cosas de Navidad y poco a poco íbamos recreando el
nacimiento, para nosotros, más hermoso del mundo...
Después, jugábamos con
él: adelantábamos cada día un poco a los Reyes, movíamos las ovejas
hacia el río, encendíamos y apagábamos las luces del pueblo de
Belén, jugábamos con los pastores y el ángel Gabriel siempre se
acababa cayendo del techo de aquel humilde pesebre...Y también, cada año, a San
José se le rompía una pierna o perdía su bastón; el niño Jesús, de tanto
tocarlo...acababa sin cabeza... Y es que, éramos muchos y cada uno tenía su
modo de acercarse al portal...
Pasados los años, pedí
a mi madre las figuras de ese Belén que habían sobrevivido y que forman parte
de mi vida y de la de mis hermanos. Ella las sacó de ese armario en donde se
guarda lo más preciado de nuestra historia y se esmeró, una vez más, en
repararlas. Me entregó a San José con ambas piernas y con bastón; el niño
Jesús, en brazos de su madre, me lo dio con una especie de bufanda hecha de
pegamento de tantos años... No hay ni mula ni buey - solo Dios sabe donde andarán - pero hay calor de haber sido unas figuras cuidadas a través de casi
cincuenta años...
Hoy es Navidad y, en
la foto que encabeza esta página, te regalo mi Belén... Nos muestra a un Niño
que se nos ha dado...Quiero acercarme contigo y contemplar tanto misterio.
Tócalo, juega con él, coge al Niño en tus manos- él está acostumbrado
al calor de tantos durante tantos años y te necesita...
Como ves, este año,
ante el portal, hay un ángel despistado que intenta encontrar su partitura para
poder cantar, a otro se le ha ocurrido traer su corazón, y el pajarillo de la
derecha porta en su pico amor...
Qué lugar tan hermoso
el portal de Belén: porque se nos permite llegar con lo que somos, "con lo
puesto", como somos; porque, ante este Niño que nos ha nacido, no se nos
pide nada, sólo se nos da...
¡Feliz Navidad!
Te quiero mucho. Hasta
el domingo
Ana
Hola, Ana.
ResponderEliminarLeo esta entrada dos semanas después, cuando, ironías del tiempo, acabo de recoger nuestro Belén junto con el resto de cosas que solemos poner en casa para recordar (a los de fuera y a los de dentro) que estamos en Navidad. Recuerdo que compramos las priemras figuras de este Belén al nacer nuestra hija. Tenemos otro, más "mnumental" si quieres, pero algo nos decía que teníamos que poner uno a su "altura", es decir, lo bastante pequeño para que un niño lo abarque. Como hemos hecho todos, ella, y más tarde sus hermanos, han jugado a acercar los Reyes un poco más cada día, a clasificar la fauna cual zoológico, a hacer filas largas de pastores en procesión hasta el Portal. Y ahora que van creciendo, nos reimos al recordar como uno tumbaba las ovejas noche tras noche porque era la hora de irse a la cama, otro cogía el serrín a puñados pensando que era algo parecido al confetti, y algún año hubo que aquel pequeño Belén terminaba siendo la franja de Gaza en manos de un bajito de dos años. Leyendo tu entrada, me vienen a la cabeza cientos de anécdotas, y concluyo pensando en la capacidad de algo tan humilde como esta escena para reunir a familias de toda clase y condición a su alrededor, a través del tiempo. ¿Te atreves a contar cuántas? Bendito este humilde Portal, que sigue uniendo generaciones por encima de diferencias de edad, de cultura, de opiniones. Cuando empezaba a pensar que tal vez iba siendo el moemnto de dejarlo dormir en el trastero, le has venido a dar sentido otra vez. Gracias. Hasta la semana que viene.