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"Para Dios, nada es imposible" (Lc. 1,37)

domingo, 4 de diciembre de 2011

Cuando rezamos


                  «Salomón recibiendo la inspiración divina» , Museo del Prado


Me gustaba hacerme contigo una pregunta: ¿qué pedimos cuando rezamos? Cuando hablamos con Dios y nos atrevemos a pedirle, ¿le suplicamos por cosas que son esenciales o nuestra oración va a encaminada a que se nos conceda algo que quizás a Sus ojos pudiera ser irrelevante? Te pongo algún ejemplo: cuando rezamos por nuestros hijos, ¿le pedimos a Dios no solo porque aprueben tal examen o porque les vaya bien en la vida ó también porque Él crezca en ellos y ellos le busquen a Él?; cuando le pedimos por nosotros, ¿le decimos que queremos ganar más o tener más prestigio o le pedimos que nos dé aquello que crea que mas necesitamos? En otras palabras, ¿somos consecuentes con nuestros deseos más nobles?

A propósito de esto, permíteme que te regale un pasaje hermosísimo del libro de las Crónicas que nos cuenta lo que el rey Salomón pidió a Dios:

El Señor se apareció a Salomón en un sueño, durante la noche. Dios le dijo: "Pídeme lo que quieras".
Salomón respondió: "Tú has tratado a tu servidor David, mi padre, con gran fidelidad, porque él caminó en tu presencia con lealtad, con justicia y rectitud de corazón; tú le has atestiguado esta gran fidelidad, dándole un hijo que hoy está sentado en su trono.
Y ahora, Señor, Dios mío, me has hecho reinar a mí, que soy apenas un muchacho y no sé valerme por mí mismo.
Tu servidor está en medio de tu pueblo, el que tú has elegido, un pueblo tan numeroso que no se puede contar ni calcular.
Concede entonces a tu servidor un corazón comprensivo, para juzgar a tu pueblo, para discernir entre el bien y el mal. De lo contrario, ¿quién sería capaz de juzgar a un pueblo tan grande como el tuyo?"
Al Señor le agradó que Salomón le hiciera esta petición, y Dios le dijo: "Porque tú has pedido esto, y no has pedido para ti una larga vida, ni riqueza, ni la vida de tus enemigos, sino que has pedido el discernimiento necesario para juzgar con rectitud, yo voy a obrar conforme a lo que dices: Te doy un corazón sabio y prudente, de manera que no ha habido nadie como tú antes de ti, ni habrá nadie como tú después de ti.
Y también te doy aquello que no has pedido: tanta riqueza y gloria que no habrá nadie como tú entre los reyes, durante toda tu vida.
Y si vas por mis caminos, observando mis preceptos y mis mandamientos, como lo hizo tu padre David, también te daré larga vida". 
2 Crónicas 3,5-14

Me gustaría ser como el sabio rey Salomón: hablar con Dios y hablar de amor, pedir por lo más noble de la vida, convencida de que lo demás se nos dará por añadidura.

Te quiero mucho. Hasta el domingo

Ana



2 comentarios:

  1. "Señor, concédeme la humildad necesaria para seguir el camino que tienes marcado para mí, y la fortaleza suficiente para no abandonarlo , por muchas que sean las piedras que encuentre en él". Ésto es lo que rezo tantas noches, mientras reflexiono y comento con Él cómo ha ido el día, lo difícil que a veces resulta seguir su camino, o las alegrías que a veces te regala la vida sin esperar nada. No creo que sirva como ejemplo, pero me ayuda pensar que Él es quien lleva el timón, quien marca el paso y quien llevará este barco a buen puerto, por muy torpe y cabezota que a veces seamos los marineros. Un beso.

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  2. Querida Ana: y así es, cuando rezamos, al menos yo, intento abandonarme en las manos de Dios, no es fácil, para nada, en la teoría, sé, que con esa actitud nos conviene dirigirnos a El, pero en la práctica, cuesta, y no poco. Hay que tener mucha fe, y agallas, y fortaleza, y muchas ganas y la mirada alta, bien alta.
    Antes, cuando era más joven, pedía por cosas concretas, hasta que el tiempo, la vida y un poco mas de fe, (y Santa Teresa y un para de Santos más) me hicieron ver, que Dios espera con todo el amor, que le pidamos, con fe, por lo que nos preocupa, por alguna persona, y que lo dejemos en sus manos. Pero, es cierto, que a veces, nos empecinamos en decidir nosotros lo que es mejor, y ahí le pifiamos, porque Dios es El.
    Gracias Ana por recordarme estos pasos a seguir cuando rezamos, y pedir como Dios manda. Tengo la esperanza, que yendo por este camino, al final, habrá valido la pena.
    Un abrazo, Silvia

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