«Salomón recibiendo la inspiración divina» , Museo del Prado
Me gustaba hacerme contigo una pregunta: ¿qué pedimos
cuando rezamos? Cuando hablamos con Dios y nos atrevemos a pedirle, ¿le suplicamos por cosas que son esenciales o nuestra oración va a encaminada a que se nos
conceda algo que quizás a Sus ojos pudiera ser irrelevante? Te pongo algún ejemplo: cuando rezamos por nuestros hijos, ¿le pedimos a Dios no solo
porque aprueben tal examen o porque les vaya bien en la vida ó también
porque Él crezca en ellos y ellos le busquen a Él?; cuando le pedimos por nosotros, ¿le decimos que queremos ganar más o tener más prestigio o le pedimos que nos dé aquello que crea que mas necesitamos? En otras palabras, ¿somos
consecuentes con nuestros deseos más nobles?
A propósito de esto, permíteme que te regale un pasaje
hermosísimo del libro de las Crónicas que nos cuenta lo que el rey Salomón
pidió a Dios:
El Señor se apareció a Salomón en un sueño, durante la noche. Dios le
dijo: "Pídeme lo que quieras".
Salomón respondió: "Tú has tratado a tu servidor David, mi padre, con gran fidelidad, porque él caminó en tu presencia con lealtad, con justicia y rectitud de corazón; tú le has atestiguado esta gran fidelidad, dándole un hijo que hoy está sentado en su trono.
Y ahora, Señor, Dios mío, me has hecho reinar a mí, que soy apenas un muchacho y no sé valerme por mí mismo.
Tu servidor está en medio de tu pueblo, el que tú has elegido, un pueblo tan numeroso que no se puede contar ni calcular.
Concede entonces a tu servidor un corazón comprensivo, para juzgar a tu pueblo, para discernir entre el bien y el mal. De lo contrario, ¿quién sería capaz de juzgar a un pueblo tan grande como el tuyo?"
Al Señor le agradó que Salomón le hiciera esta petición, y Dios le dijo: "Porque tú has pedido esto, y no has pedido para ti una larga vida, ni riqueza, ni la vida de tus enemigos, sino que has pedido el discernimiento necesario para juzgar con rectitud, yo voy a obrar conforme a lo que dices: Te doy un corazón sabio y prudente, de manera que no ha habido nadie como tú antes de ti, ni habrá nadie como tú después de ti.
Y también te doy aquello que no has pedido: tanta riqueza y gloria que no habrá nadie como tú entre los reyes, durante toda tu vida.
Y si vas por mis caminos, observando mis preceptos y mis mandamientos, como lo hizo tu padre David, también te daré larga vida". 2 Crónicas 3,5-14
Salomón respondió: "Tú has tratado a tu servidor David, mi padre, con gran fidelidad, porque él caminó en tu presencia con lealtad, con justicia y rectitud de corazón; tú le has atestiguado esta gran fidelidad, dándole un hijo que hoy está sentado en su trono.
Y ahora, Señor, Dios mío, me has hecho reinar a mí, que soy apenas un muchacho y no sé valerme por mí mismo.
Tu servidor está en medio de tu pueblo, el que tú has elegido, un pueblo tan numeroso que no se puede contar ni calcular.
Concede entonces a tu servidor un corazón comprensivo, para juzgar a tu pueblo, para discernir entre el bien y el mal. De lo contrario, ¿quién sería capaz de juzgar a un pueblo tan grande como el tuyo?"
Al Señor le agradó que Salomón le hiciera esta petición, y Dios le dijo: "Porque tú has pedido esto, y no has pedido para ti una larga vida, ni riqueza, ni la vida de tus enemigos, sino que has pedido el discernimiento necesario para juzgar con rectitud, yo voy a obrar conforme a lo que dices: Te doy un corazón sabio y prudente, de manera que no ha habido nadie como tú antes de ti, ni habrá nadie como tú después de ti.
Y también te doy aquello que no has pedido: tanta riqueza y gloria que no habrá nadie como tú entre los reyes, durante toda tu vida.
Y si vas por mis caminos, observando mis preceptos y mis mandamientos, como lo hizo tu padre David, también te daré larga vida". 2 Crónicas 3,5-14
Me gustaría ser como el sabio rey
Salomón: hablar con Dios y hablar de amor, pedir por lo más noble de la vida, convencida de que lo demás se nos
dará por añadidura.
Te quiero mucho. Hasta el domingo
Ana
"Señor, concédeme la humildad necesaria para seguir el camino que tienes marcado para mí, y la fortaleza suficiente para no abandonarlo , por muchas que sean las piedras que encuentre en él". Ésto es lo que rezo tantas noches, mientras reflexiono y comento con Él cómo ha ido el día, lo difícil que a veces resulta seguir su camino, o las alegrías que a veces te regala la vida sin esperar nada. No creo que sirva como ejemplo, pero me ayuda pensar que Él es quien lleva el timón, quien marca el paso y quien llevará este barco a buen puerto, por muy torpe y cabezota que a veces seamos los marineros. Un beso.
ResponderEliminarQuerida Ana: y así es, cuando rezamos, al menos yo, intento abandonarme en las manos de Dios, no es fácil, para nada, en la teoría, sé, que con esa actitud nos conviene dirigirnos a El, pero en la práctica, cuesta, y no poco. Hay que tener mucha fe, y agallas, y fortaleza, y muchas ganas y la mirada alta, bien alta.
ResponderEliminarAntes, cuando era más joven, pedía por cosas concretas, hasta que el tiempo, la vida y un poco mas de fe, (y Santa Teresa y un para de Santos más) me hicieron ver, que Dios espera con todo el amor, que le pidamos, con fe, por lo que nos preocupa, por alguna persona, y que lo dejemos en sus manos. Pero, es cierto, que a veces, nos empecinamos en decidir nosotros lo que es mejor, y ahí le pifiamos, porque Dios es El.
Gracias Ana por recordarme estos pasos a seguir cuando rezamos, y pedir como Dios manda. Tengo la esperanza, que yendo por este camino, al final, habrá valido la pena.
Un abrazo, Silvia