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"Para Dios, nada es imposible" (Lc. 1,37)

domingo, 18 de diciembre de 2011

Lleva luz




Tengo una amiga filipina que se llama Lucía. Es profundamente creyente, inquieta por la educación, por la cultura, por los jóvenes y por los pobres. Su deseo más profundo es entregar la vida a los demás y agradecer, siempre agradecer...Ella es cotidianamente feliz.

Ha estado pasando con nosotros unos días- su estancia ha sido uno de esos regalos de Navidad con los que la vida nos sorprende- y en esas tertulias nocturnas, recogidos los cuatro en el sofá, hemos estado hablando de lo humano y también de lo divino... ¿Que tendrá la noche que invita a abrir el alma a los amigos?

Y ha sido entonces cuando la he preguntado de donde le venía esa especial vocación hacia los más pobres de la tierra y ella nos ha contado una historia hermosa que me gustaba compartir contigo: tendría Lucía unos diez años cuando observó las diferencias sociales tan enormes que en un país como el suyo existen: junto a pobres solemnes que viven en casas hechas de cartón veía también a ricos que no saben que hacer con tanto como poseen.

Sus ojos no entendían lo que cotidianamente observaban; su cabeza no encontraba razones que justificaran tanta desigualdad y, como nos contaba, su corazón la llevo a correr inquieta a preguntar a "su mamá"...Hay momentos en la vida en los que las preguntas más importantes solo pueden ser contestadas por las mamás y los papás...
"Mamá... ¿por qué habiendo gente rica, hay tantos pobres...?"
Y como cuenta ella, su madre, con esa sabiduría que solo procede del amor,  no le dio una explicación - probablemente no existan tantas explicaciones a mucho de lo que vivimos- pero sí le ofreció una solución. Solo le dijo: "los pobres te están esperando..." Y desde entonces, Lucía no ha dejado de servirlos.
Fue "su mamá", como dice ella, quien sabiamente supo plantar la semilla... Y fue mi amiga quien no la agostó sino que la hizo crecer.

Estoy orgullosa de mi amiga: hace honor a su nombre: "lleva luz"... Y así nos dejó cuando marchó: con nuestros corazones un poco más encendidos, con la sonrisa en los labios y con la certeza de que hay personas en este mundo que, con las obras, dan testimonio de los que son. Gracias Lucía.

Te quiero mucho. Hasta el domingo

Ana



1 comentario:

  1. Una historia conmovedora, muy hermosa. Una historia para reflexionar acerca de la generosidad de cada uno de nosotros, de lo que podemos dar a los otros.
    Hasta el próximo domingo, besitos.
    Encarni.

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