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"Para Dios, nada es imposible" (Lc. 1,37)

domingo, 13 de mayo de 2012

Camino de Emaús


Para poder desarrollar una espiritualidad en familia, te cuento otra pista que encontré en el Evangelio. ¿Recuerdas el capítulo de los discípulos de Emaús?  He descubierto que tiene mucho que decirnos...
Camino de Emaús, Jesús se acerca a sus discípulos por detrás; hasta que se une a ellos, Él va por detrás. Este ir por detrás, ¿qué nos dice?...Quizá que quiso y supo respetar el ritmo de aquellos a los que quería acompañar…

Y cuando adelanta su paso para caminar con ellos les deja que hablen, que le cuenten, que se sorprendan ante su ignorancia o su desconocimiento de los acontecimientos que acababan de tener lugar.

Así, Jesús es capaz de establecer un diálogo esperanzador con alguien que camina desesperanzado, desconcertado, triste, derrotado. Jesús es capaz de llegar hasta dentro y hacer que se mueva lo mejor de cada uno. En su vida, Él no impone, solo acompaña, escucha, aguanta, tolera, está y finalmente eleva…

Luego les va a pedir  que le inviten a comer; les dice que quiere perder más tiempo con ellos. Y cuando se sienta a la mesa, parte el pan y lo bendice hasta que le reconocieron. “¿No se conmovía nuestro corazón cuando nos hablaba en el camino y nos explicaba las escrituras?”

Benedicto XVI nos dice : “El relato sobre los discípulos de Emaús describe el camino que hicieron juntos, su conversación en la búsqueda común como un proceso en el que la oscuridad de las almas se va aclarando poco a poco gracias al acompañamiento de Jesús”

Y yo me pregunto y te pregunto: ¿Hacemos este camino con nuestros hijos? ¿Como son los diálogos con ellos? ¿Sabemos respetar sus ritmos, sabemos escuchar, sabemos acompañar, intentamos comprender, abandonamos los juicios, les aceptamos como son, sabemos querer, dar ternura, vivir con alegría la gran aventura de la vida en la que nos vuelven a imbuir aunque ya nos pille un poco trasnochados…? ¿Ayuda el acompañamiento que les hacemos a suavizar la dificultad en la que viven, el desconcierto y por qué no, la oscuridad?


Te quiero mucho. Hasta el domingo

Ana







2 comentarios:

  1. La palabra del día sería hoy ACOMPAÑAMIENTO. No sé si será una casualidad, pero desde hace unos meses la escucho más a menudo, o estoy más sensible cuando aparece. Yo también me pregunto a menudo si el acompañamiento que va parejo a la labor de padre o de madre es el que nuestros hijos necesitan. (Supongo que eso de preguntarnos tanto es algo nuevo, porque dudo que nuestros padres, y mucho menos nuestros abuelos, se preguntaran alguna vez si acompañaban bien a su prole). Hasta la fecha no sé la respuesta, pero tal vez sea permanecer, darles siempre la seguridad de que aunque el mundo gire demasiado deprisa, aunque no dominen bien el suelo que pisan, especialmente en sus relaciones con los demás, nosotros sí vamos a estar aquí, esperando,con un beso y una tirita dispuesta para esa rodilla magullada, o más adelante, para ese desengaño primero. Ellos lo saben, y necesitan (lo veo a diario entre mis alumnos) esa seguridad, a pesar de su rebeldía, de su malhumor, de su aparente desafío, porque somos la autoridad.
    El barco se construye para navegar lejos, pero necesita el puerto al que volver.

    Un beso. Hasta el domingo

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  2. Jesús va detrás de los dicípulos, acompañándoles, estando presente, pero "sin hacerles" el camino que ellos lo van marcando...La presencia del ser querido hace que te "arda el corazón". Los hijos notan la presencia de los padres, la necesitan no sólo de pequeños...haciendo el camino como Jesús detrás de ellos pero con ellos. Ayer fuí testigo de la conversación de un hijo con su padre, de de cómo le recriminaba que no había estado con ellos de pequeños, ni en la adolescencia, ni...siempre trabajando..."ahora soy mayor y ya no te necesito, pero cuando te necesitaba nunca estabas en casa". Todo pasa factura y los hijos son demasiado importantes para dejarlos olvidados, la vida es maucho mas que solo trabajo y lo que no les disfrutamos en cada momento es su vida que perdemos para siempre y nunca podremos recuperar. Un beso, Fernando.

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