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"Para Dios, nada es imposible" (Lc. 1,37)

domingo, 3 de febrero de 2013

Los mismos sueños




Creo que te lo he contado alguna vez: enfrente de donde vivimos hay una Iglesia a la que suelo entrar un rato cada día. Entro a ver al Señor pero a veces me pregunto si no será Dios quién me espera a la puerta. Y pienso esto porque siempre, apostado en la puerta de la Iglesia, hay un pobre que se llama Juan...
A mí me gustar charlar con Juan; tenemos diálogos cortos – no quiero estorbarle en la tarea de recoger el dinero que la buena  gente que entra y sale o pasa por delante de la puerta deposita en sus manos-; pero más que dinero me gusta compartir con él mi tiempo.
               -“¿Qué tal hoy Juan? ¿Cómo va la cosa?”
               -“Pues nada, como siempre, aquí estamos… Muy mal porque me falta un día para acabar el mes y no he sacado para pagar la habitación…”

O alguna otra vez:
               -“Buenos días… ¿Como estamos?”
               -“Hoy me duelen mucho los huesos pero nadie me cree…Mira..." Y me enseña un certificado médico en el que está escrito que tiene una enfermedad ósea importante…

O, ahora, en invierno:
               -“Abríguese que hace mucho frío. Métase más para adentro…”
               -“No, no puedo; que si me meto la gente no me ve y no me deja monedas… Además no me creen y me dicen que me ponga a trabajar…Pero, ¿dónde voy a ir yo con 6 millones de parados…?”

Estos son mis diálogos con Juan… Al final, nos despedimos deseándonos buena jornada… Y me voy soñando con el día en que la humanidad se una en un solo acuerdo: el de la igualdad de dignidad de todos los seres humanos, y que todos respetemos dicho acuerdo; el día que, como está escrito en la imagen que acompaña a la entrada de hoy, comprendamos que todos compartimos los mismos sueños…


El otro día Juan me sorprendió: era mi cumpleaños y, curiosamente, la vida me llevó por otra ruta distinta a la cotidiana y no pasé por la Iglesia. A eso de las cuatro de la tarde, cuando me encontraba en casa, recibí un mensaje en el teléfono de un número que desconocía. El mensaje rezaba así: “Felicidades de parte de Juan (el de la Iglesia)”
Me conmoví, me puse el abrigo y bajé a darle las gracias. Mientras cruzaba el semáforo él ya me sonreía; después, nos fundimos en un abrazo sin palabras y regresé a casa repitiendo aquella frase del Evangelio: “Verdaderamente es el Señor”



Te quiero mucho. Hasta el mes que viene

Ana

7 comentarios:

  1. Me acuerdo de él.

    Verdaderamente, en estos momentos tan dificiles para muchos, tenemos que practicar más la empatía.

    Muchos besos de encarni.

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  2. Precioso... Merece la pena seguir creyendo en la grandiosidad del ser humano.

    Gracias por ayudarnos a comprobarlo cada día con tu testimonio!!

    Un beso enorme,

    Cristina

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  3. Eres admirable. Lo que cuentas lo vives, das tu tiempo, tu ternura tu convencimiento profundo de que "ahí" ESTÁ EL SEÑOR.
    ENTREGAS TU TIEMPO con calidad, sin medir.
    Sigue evangelizando con tus gestos, que son amor. Besos.

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  4. La verdad es que es una historia preciosa y que hay dos detalles que la hacen completamente diferente a cualquier otra y que demuestran mucho mas que la simple comunicación humana. Una, que Juan tenga tu número de movil, y dos que te fundieras en un abrazo con él. Son mas que detalles, algo que no todo el mundo es capaz de hacer y que vale mucho mas que cualquier moneda que se le pueda dar. Realmente, es de admirar. Un beso, Fernando.

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  5. Otra vez me haces parar en la cuneta de la vida para pensar en todas las cosas que me estoy perdiendo por las prisas y el agobio diario. ¿De donde sacas ese sexto sentido para encontrar la ternura a la vuelta de cada esquina? Coincido con Fernando en que esos detalles valen mucho más que cualquier moneda, y te doy las gracias una vez más por encender con cada entrada de este blog una pequeña luz de esperanza en un mundo tan gris como las tardes del invierno que soporta Juan a la puerta de la iglesia. A cambio, te regalo otra lucecita que se me encendió esta semana en el instituto: un chaval, al que le cambiamos una semana de expulsión por un seguimiento de su comportamiento en clase, nos viene con la cara iluminada a decirnos que los profesores le están felicitando, ... ¡y la tutora le ha dado hasta un beso! Son, como decía el anuncio aquel, las auténticas "chispas de la vida", la dosis de oxígeno justa para otro trecho del camino. Un beso.

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  6. Gracias Ana por tus comentarios y tu forma de vivir el encuentro con cada persona por muy insignificante que aparezcan ante nuestros ojos. La vida para ti va a estar llena de sorpresas maravillosas.
    Te quiero
    Esperanza

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  7. Un bello blog. Felicidades :-)

    Te invito al mío, por si te ayuda en tu crecimiento personal.

    http://frasesdedios.blogspot.com.es/

    Feliz tiempo de Cuaresma.
    Un abrazo en la luz del Creador.

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