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"Para Dios, nada es imposible" (Lc. 1,37)

domingo, 10 de junio de 2012

Crisis



Estas últimas semanas he vivido una experiencia difícil. Por motivos de trabajo he tenido que compartir mucho tiempo con pacientes diagnosticados de depresión y se me ha concedido la oportunidad de escuchar y compadecer a aquellos que, por circunstancias variadas, lo están pasando realmente mal.
Lo interesante ha sido descubrir que estos pacientes, aparte de otros motivos que quedan en el ámbito del secreto profesional, estaban realmente "tocados" por este fenómeno económico- aunque no solo es económico- que llamamos crisis. Algunos se han quedado sin recursos, otros sin casa, muchos abatidos y todos con miedo.

No sé si a ti también te pasa pero en la calle, en ese sitio que todos compartimos, se cuentan y escuchas historias que nos entristecen, nos conmueven y nos invitan a preguntarnos qué nos ha pasado...
No quiero entrar ni en razones ni en motivos para la crisis, ¡han sido tantos! Tampoco quiero señalar culpables: creo que todos lo somos un poco aunque sí es verdad que unos en mayor medida que otros... Solo deseo encontrar remedios que calmen la aflicción, que nos hagan quitar los miedos, y que a pesar de las dificultades que nos tocan vivir, nos permitan regresar a lo sustancial. 
Estoy convencida de que sin una vuelta radical a lo esencial no saldremos nunca de este agujero negro en el que estamos, inmovilizados por la tristeza, el miedo y la incertidumbre...
Son tiempos difíciles en los que nos tenemos que ayudar: animar a que el que más tenga, comparta; intentar vivir desde la justicia y pensar en el bien común que es el bien de todos nosotros; volver a descubrir el valor de lo fundamental que, además, se nos concede gratuitamente...

Dando vueltas a esto, me encontré con un pasaje del Evangelio- la palabra de Dios es lo que tiene: es gracia, don oportuno que no deja de sorprender nunca- que creo puede aliviarnos en momentos como los que nos toca vivir:

Por eso os digo: No os inquietéis por vuestra vida, pensando qué vais a comer, ni por vuestro cuerpo, pensando con qué os vais a vestir. ¿No vale acaso más la vida que la comida y el cuerpo más que el vestido?  Mirad los pájaros del cielo: ellos no siembran ni cosechan, ni acumulan en graneros, y sin embargo, el Padre que está en el cielo los alimenta. ¿No valéis acaso vosotros más que ellos? ¿Quién de vosotros, por mucho que se inquiete, puede añadir un solo instante al tiempo de su vida?  … Vuestro Padre que está en el cielo sabe bien lo que necesitáis…  Buscad primero el Reino de Dios y su justicia, y todo lo demás se os dará por añadidura.  No os inquietéis por el mañana… A cada día le basta su afán" (Capítulo 6 de Mateo)

En tiempos como los que corren, quizá creer en esta palabra sea más difícil que nunca pero, también hoy mas que nunca, la docilidad al evangelio, a esa enseñanza que nos ha acompañado durante toda la historia, es vital para el consuelo, la supervivencia y la esperanza... 


Lo dice Benedicto XVI: "El desarrollo necesita cristianos con los brazos levantados hacia Dios en oración, cristianos conscientes de que el amor lleno de verdad, caritas in veritate, del que procede el auténtico desarrollo, no es el resultado de nuestro esfuerzo sino un don. Por ello, también en los momentos más difíciles y complejos, además de actuar con sensatez, hemos de volvernos ante todo a su amor" (Carta encíclica "Caritas in Veritate")

Te quiero mucho. Hasta el domingo

Ana


3 comentarios:

  1. Me imagino que las palabras de Jesús que Ana menciona hoy puedan dejar a alguien que está sufriendo las consecuencias de la crisis económica un poco perplejo. Sería entendible si tal individuo dijera “Me dices que El Padre alimenta a los pájaros que no siembran ni cosechan, pero aquí tienes un pájaro que ha caído del cielo y Dios no se ha molestado en detener su caída”. Si encima este individuo ha intentado poner en práctica esta enseñanza de Jesús su queja parecerá más justificada aún. Si Jesús quisiera transmitir un mensaje simplista del tipo ‘Don’t worry, be happy,’ sería difícil rebatir dicha queja, pero no creo que esto sea el significado esencial de sus palabras. Por supuesto tenemos que pensar en nuestras necesidades materiales y las de nuestros hijos y cómo podemos satisfacerlas pero creo que lo que Jesús estaba diciendo es que si nos obsesionamos con lo material a expensas de lo espiritual no vamos a conseguir la felicidad y, paradójicamente, a largo plazo o al nivel social, tampoco vamos a conseguir los bienes materiales que ansiamos. Dejando aparte posibles problemas de traducción del hebreo original, pienso que hay una diferencia importante entre ‘inquietarse’ e ‘interesarse’. No interesarse por nuestras necesidades materiales sería irresponsable mientras que inquietarse por ellos sería contraproducente. Al nivel social, si buscáramos primero el reino de Dios y su justicia, si cada ministro de economía, cada director de banco, cada gestor de fondos de inversiones tuviera en cuenta las exigencias de la justicia en cada decisión, desgracias como la crisis actual no sucederían nunca. De hecho, uno de los mensajes más importantes de la encíclica Caritas en Veritate es precisamente la noción de que cada acción humana, incluyendo, por supuesto, las actividades económicas, tienen implicaciones morales que tenemos que tener en cuenta. Por sorprendente que pudiera parecer, la manera más fiable de conseguir una economía sosteniblemente sana es precisamente buscar primero el reino de Dios y su justicia.

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  2. Suscribo completamente el comentario de Tommy, y de hecho, las explicaciones más lúcidas que he escuhado sobre la situación actual mencionan siempre la pérdida de los valores fundamentales como la búsqueda del bien común, la integridad, la justicia... .Cuando compruebas cómo aquellos a los que suponíamos preparados e íntegros han tomado decisiones desastrosas, no puedes evitar cierto sentimiento de impotencia como ciudadano. Y no me refiero sólo a altos cargos, que ya es grave, sino a personas con las que convivimos, que no salen en los periódicos, que son vecinos nuestros, y cuyas decisiones han estado, y están, basadas en el interés propio. ¿Qué nos queda entonces? En casos así la sabiduría popular es más sabia que nunca: un grano no hace granero, pero ayuda al compañero. Una pequeña acción en busca de la justicia no va a cambiar el mundo, pero muchas pequeñas acciones sí pueden hacer algo. Pequeños pasos en pos de ese bien común sí pueden conducir a un estado de cosas distinto: gestos que minimicen el golpetazo de la crisis en personas particulares. Pienso en gestos como los de mi madre, que disfruta de su jubilación dedicando parte de su tiempo a Cáritas, verdadero motor de ayuda estos tiempos. En miles de personas como ella que hecen miles de pequeños gestos diarios para que el embate sea algo menor. En la labor de ayuda y educación que hacen pequeñas organizaciones que intentan concienciar a nuestros alumnos, labor de siembra, como decíamos días atrás. Albergo la esperanza de un mañana más justo, trabajo y siembro esa esperanza, y procuro no pensar demasiado en el aluvión de tropelías que nos invade día sí y día también. No me queda otra.
    Hasta la semana que viene.

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  3. Si, es verad, esta cris que tanto está golpeando a las familias normales y personas de calle no es de ahora, ni de hace cuatro años...y la culpa no es solo de los gobernantes, ni de los banqueros, ni... es de todos, de esta sociedad asquerosa en la que vivimos, materialista, de la comodidad, del pelotazo y de la ley del mínimo esfuerzo. Cuanta gente "invirtió" en pisos con el único ánimo de especular,gente normal, con su sueldo de cada mes, gente sencilla que de repente se lanzaba al "mundo de los negocios"...esos también son en su medida culpables de la crisis.
    ¿Quién está ayudando de verdad a tantas personas y familias necesitadas? Unicamente la Iglesia a través de sus Ongs y voluntarios, ellos son los que están llevando el pan donde no lo tienen, ayudando económicamente a familias que no pueden comer, pagando facturas de personas que si las pagan les faltaría lo mas elemental...están viendo y desinteresadamente dándose y llevando un poco de hunanidad a tantas personas que hace sólo unos meses eran como nosotros. Es llevar el Evangelio de la vida con los gestos a estas personas, Jeús esta mas que presente en todo ello y en todos ellos, se nota, se palpa, es el motor y por eso se hace desinteresadamente, con amor...Un beso, Fernando.

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