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"Para Dios, nada es imposible" (Lc. 1,37)

domingo, 3 de junio de 2012

La recolección



Gracias por tus comentarios...¡Qué hermoso constatar que ahí estamos, haciendo lo que podemos pero sin eludir responsabilidades...!
Cierro estos capítulos sobre transmitir la espiritualidad en la familia con una última pregunta, para mi la más fundamental: ¿nos esforzamos en transmitir la espiritualidad en la familia pero, a la vez, nos fiamos de Dios?
Me gusta lanzarte esta pregunta que lleva implícita el amor del esfuerzo, la esperanza por ver a nuestros hijos hechos buenas personas y la fe en que Otro más grande que nosotros sabrá llevar a buen término nuestra tarea… 

Espero tus contestaciones pero mientras permíteme que te regale un texto de San Pedro Poveda. Él fue un hombre apasionado por la pedagogía; quizá porque la materia de la que estaba hecha su alma era la esperanza... 
"Vuestra labor no es de un día, ni de un mes, pero es segura, si por Dios, con Dios, y para Dios la acometéis y en ella sois perseverantes. Mientras llega el tiempo de la recolección, hay que ir sepultando trabajos y desvelos, hay que sufrir todo genero de inclemencias, hay que vivir de fe y de esperanza, sin precipitaciones, sin afán desmedido, sin decaimientos, sin tristezas.Todo esto procede del amor propio,del exceso de confianza en nuestras fuerzas,de cosa humana.
Vosotros sembrad, labrad la tierra, echad sobre ella trabajo, sudores y penas, que Dios nuestro Señor dará el fruto como convenga,cuando le plazca y donde sea su voluntad. La recolección no es faena que se os confía" (San Pedro Poveda)
Por ello, ¡y por tanto!, que la fe que nosotros prefiramos sea la esperanza.

Te quiero mucho. Hasta el domingo

Ana

1 comentario:

  1. Refundiendo una frase que incluyes en tu entrada, vendríamos a decir que la pedagogía está hecha de esperanza, y creo que Poveda, San Pedro Poveda, estaría totalmente de acuerdo. Y tal vez sea este mensaje lo que resume todas las ideas que han ido saliendo en este debate semanal que has propuesto. La recolección no es nuestra tarea, y sobre este principio hemos de trabajar. No podemos plantearnos la educación, sea de nuestros hijos o de los demás, como una recolección, sino como una siembra y un cultivo. Serán otros los que cosechen el fruto: la sociedad, los que vengan después, pero no los que pusimos las manos y los desvelos. Tenemos que desterrar la idea materialista de la educación como inversión, que lo es, pero recoger la ganancia no puede ser de ningún modo la meta. Porque al fin y al cabo, la ganancia de la que hablamos es algo tan intangible, tan inmaterial, y a la vez tan valiosa, que no podemos ponerle precio. Me horrorizo estos días de movilizaciones en mi sector cuando veo lemas como "no somos gasto, somos inversión". Si toda la labor educativa, sea en casa o en el cole, la vamos a reducir a los dígitos de una cuenta corriente, la recolección será siempre ruinosa. Si, en cambio, lo planteamos como una siembra, a fondo perdido, incluso olvidando la posibilidad de una cosecha, la satisfacción final está garantizada, porque con una sonrisa y un abrazo, habremos cubierto costes sobradamente. Y mediremos el superávit de cariño por toneladas.
    Un beso. Hasta la semana que viene.

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