Datos personales

Mi foto
"Para Dios, nada es imposible" (Lc. 1,37)

domingo, 3 de julio de 2011

Atreverse a educar



Quizá, una de las tareas más difíciles que tenemos todos los seres humanos sea la de educar, orientar, guiar... Además, creo que el ejercicio de esta asignatura, la mayoría de las veces nos pilla desprevenidos y no nos queda más remedio que ir aprendiendo con la práctica...
Educar para hacer que el otro, un día, sea una persona capacitada para, con muy poco, ser feliz; enseñarle que existen los otros y que es muy importante respetarlos, a la vez que conseguimos el respeto a uno mismo; instruirle para que sea capaz de elevarse por encima de sus limitaciones; guiarle para que un día viva más feliz y consiga que los demás también lo hagan; pedirle que contribuya, con las actitudes aprendidas, a que el mundo que nos ha tocado vivir sea más habitable...

Pero, para educar, el primer paso que hemos de dar es el de establecer relaciones verdaderas: esas en las que compartimos sin dobleces lo que somos, todo lo humano que hay en nosotros, lo bueno y lo malo, nuestras certezas pero también nuestras dudas, nuestras virtudes pero también nuestras debilidades.
Para poder educar se nos pide perder el miedo a mostrarnos como somos, se nos exige quedarnos sin defensas, con la única arma de la confianza en aquel que educamos; para poder educar nos tenemos que permitir el ser vulnerables: quedarnos a la intemperie, exponernos a recibir heridas, confiar en la bondad del que crece a nuestro lado...

Y es que, si nuestras relaciones son verdaderas, expondremos una parte en la que existen ángeles pero, inevitablemente, también otra en la que existen demonios. Es entonces cuando me reconforta la frase aquella de Rilke:
"Si mis demonios me abandonan, tengo miedo de que mis ángeles marchen detrás"  
Educar significa atreverse a compartir todo lo humano que hay en nosotros; no colocar un listón demasiado alto- porque ni nosotros mismos lo alcanzaríamos-; hacer fácil lo difícil; permitir que el otro, subido al peldaño de nuestra vulnerabilidad se sienta seguro y orgulloso de poder crecer a nuestro lado. Porque al fin y al cabo, intentar educar es permitir, con grandeza de alma, que a nosotros también nos eduque el otro.

Te quiero mucho. Hasta el domingo

Ana

2 comentarios:

  1. Ser buenos padres, atreverser a educar, tarea apasionante y muy dificíl. Buen tema a la puerta del verano, donde el tiempo libre se nos da ¿para...?
    El secreto?,quizá saber armonizar amor, firmeza y autoridad. ¿Cómo se puede conseguir? no hay fórmulas mágicas.
    Me gusta lo que tu propones como actitud: Confiar en la bondad del que crece a tu lado, a nuestro lado, es básico y junto a esto, el diálogo,una actitud comunicativa, afectuosa, que no evita las dificultades y esfuerzos propias de su proceso y les orienta en el sentido de la responsabilidad, respeto, orden en sus cosas y exigencia personal.
    Dice B.Russell:"No hay más que un camino para el progreso en la educación y es el de la ciencia guiada por el amor. Sin ciencia, el amor es impotente; sin amor, la ciencia es destructiva".
    La actitud de los padres es definitiva tambien para la educación de los hijos.
    Y siempre seguir creciendo con ellos y confíar y pedir a Dios por ellos.(Como decías en la comunicación del Congreso de Salamanca.)Cuando ya has hecho lo mejor que sabes,¡y mucha paciencia y fé!.

    ResponderEliminar
  2. La verdad es que sí que es difícil eso de educar, pero tan necesario que cuando se pierde la educación el ser humano pierde su carácter.
    Mucha suerte en tu labor, mucho ánimo y vaya la sonrisa de mis ojos por delante para ello.
    Ah, y educar es dar ejempli, dejar tu huella.
    Un abrazo y feliz domingo.

    ResponderEliminar